El factor edad es uno de los aspectos que generan dudas en muchos estudiantes interesados en seguir una maestría. Existen dos tipos de perfiles referentes: el estudiante que luego de terminar la universidad inmediatamente sigue una maestría (las edades oscilan entre los 23 y 27 años) y la persona que culminó una carrera universitaria, entró al mercado laboral y, luego de algunos años, decide regresar a las aulas (unos 31 años en adelante).

La MBA Nory Pinela Morán, directora de posgrado de la Universidad Ecotec, explica que es común que se den temores en los profesionales en cuanto a la edad que se tiene para iniciar un programa de maestría. “El participante se puede sentir muy joven para ello o con una edad madura que pone en duda la decisión de postular a un programa de cuarto nivel académico”, detalla.


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Desde la experiencia, Pinela recalca que es posible la formación de grupos heterogéneos en clases de maestría, sea por diferentes líneas de profesión, campo laboral o edad. En todos los casos lo importante es ser parte de las discusiones y plantear propuestas a las diversas interrogantes de los casos de estudio o bases epistemológicas que se presentan en el aula.

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“El verdadero enriquecimiento en una clase de maestría es nutrirnos de la diversidad de criterios, ser analítico con ellos y lograr nuestra propia conclusión, todo esto será posible con la disciplina que lleve el estudiante en la preparación del material de estudio”.

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Los diferentes rangos de edades ayudan mucho a la capacidad de relacionarse en un entorno laboral, además de potenciar la habilidad de trabajar en equipo, ya que toda empresa o negocio cuenta con personal de diferentes edades.

El momento adecuado

El tiempo es uno de los principales obstáculos al momento de realizar una maestría (sobre todo si se toma en cuenta que dura en promedio dos años). Recordemos que, para sacar el máximo provecho a una maestría, además de asistir a clases, el alumno deberá dedicar tiempo para estudiar y realizar los trabajos asignados (tienen un alto nivel de exigencia académica).

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En el caso de los estudiantes mayores, dependiendo de su nivel de carga familiar, habrá momentos más adecuados para hacer la maestría. Para ellos, el momento recomendable para hacerlo será en la etapa en la que tengan una menor responsabilidad de tipo económica (deudas, hipotecas, hijos, gastos médicos, etc.) o un excedente de efectivo (generado por un mejor trabajo, reducción en los gastos, convenio laboral, etc.).

Existen momentos críticos en la vida de una persona en los que la disponibilidad de tiempo se reduce de forma considerable; entre los eventos más destacados se encuentran el nacimiento de un hijo, el ingreso a un nuevo empleo, la celebración de una boda, mudanzas, ocupación de un puesto gerencial o directivo, etc.

El hecho de que una persona pase por alguno de estos momentos no quiere decir que debe renunciar a realizar una maestría. Por lo general, cada uno de estos momentos es seguido por una etapa de ‘nivelación’ en la que hay más tiempo disponible; entre los principales eventos se encuentran cuando el hijo tiene más de 4 años (requiere menor supervisión), cuando se tiene varios años en un empleo, cuando se domina el nuevo puesto de trabajo, después de una boda, establecerse en una nueva ciudad, etc.

Como podemos apreciar, más que la edad lo más importante es la situación en la cual se encuentra cada persona en una determinada etapa de su vida: responsabilidades, situación económica, carga familiar, entorno laboral, etc.

Estos factores serán determinantes a la hora de decidir cuál es el mejor momento para hacer una maestría. Por tanto, la edad no es un factor limitante salvo el caso de que el estudiante desee optar por una beca al 100% (por lo general, la mayoría de becas para maestrías exigen altas calificaciones y tener como máximo una edad determinada).(P)