Cuando las personas se movilizan por las ciudades pocas miran más allá del asfalto, el tráfico, los edificios. La mayoría no se percata de que a su alrededor la vida se expresa. Algunas de las especies se han adaptado a la vida citadina y comparten los espacios. Como ejemplos están el colibrí piquilargo (Heliomaster longirostris) y la paloma tierrera (Columbina buckleyi) que anidan en los techos de las casas, en los postes de alumbrado de Guayaquil... Otros animales sobreviven en los últimos reductos de ecosistemas casi no trastocados, que están siendo ahorcados por la expansión urbana.