El escritor guayaquileño Mario Campaña ha inaugurado el 2017 con la publicación de Pájaro de nunca volver, que no es más que la continuación de su viaje poético y físico que, en sus 56 años de vida, le han llevado a residir en siete países y 56 domicilios. Un pequeño pueblo de pescadores que se llama Les Cases d’Alcanar, a 180 km de Barcelona (España), es su “centro de operaciones” profesional. Ahí surgió la obra, en medio de sus continuos paseos en bicicleta, caminatas a la orilla del mar, lecturas y anotaciones diversas.

Este viaje poético comenzó con Cuadernos de Godric y ha seguido con Aires de Ellicott City y En el próximo mundo. ¿Pájaro de nunca volver es punto final o punto muerto de este viaje, de su viaje existencial?

(...) Mis libros no hablan de un viaje estrictamente personal, pero es cierto que mi perspectiva ha ido cambiando. Al comienzo creía que era posible hacer un viaje de ida, un ir, establecer y perseguir metas; que el viaje era parte esencial de nuestras historias y que incluso nos había hecho lo que somos. Hoy creo que ya no es posible el viaje, que no podemos ni avanzar, ni regresar... Todo es hoy tan abstruso que nuestra única esperanza consista en la revelación o en la gracia, pero entendidas fuera del ámbito religioso...

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Usted es un viajante puro y duro. ¿Cree que todos los hombres somos iguales?

A veces me parece que sí, que el viaje es una condición no solo del hombre sino de la misma naturaleza. Pienso en la evolución que nos llevó al homo sapiens y en el camino que recorre la semilla hasta convertirse en fruto. La historia humana es en gran medida una historia de migraciones. Los humanos, como los pájaros, somos seres migratorios...

¿El estado del hombre es la itinerancia?

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Mientras está vivo, sí, aunque esa itinerancia no siempre signifique propiamente un avanzar o un retroceder. Podemos estar moviéndonos siempre sin que se produzca un verdadero desplazamiento, como típicamente nos ocurre cuando hacemos turismo. Creo que la vida verdadera es una itineraria que nos cambia. El problema es que en ese cambio se puede ir a dar a parajes donde la vida es una insoportable intemperie...

¿Cuánto tiene la poesía de metafísico y de humano?

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La poesía puede existir de muchas maneras, adoptar muchas formas, decirse de muchos modos. La poesía metafísica es solo una corriente entre otras. Lo exterior y lo interior, lo abstracto y lo concreto, lo social y lo privado, lo conceptual y lo sensible, lo divino y lo pagano: todo puede ser materia de la poesía...

¿Piensa volver a Guayaquil o ya es un pájaro de no volver?

En los últimos años, en dos o tres ocasiones se ha puesto sobre la mesa el tema de volver a Ecuador, pero siempre he sentido que no estoy listo. Se ha dicho que el mejor lugar para un poeta es su ciudad; y Pitágoras llegó a aconsejar: “Nunca te vayas de tu ciudad, pero si te vas, no vuelvas”. Miguel Donoso me dijo un día que se arrepentía de haber regresado. Estoy consciente de que yo solo puedo ser feliz en Guayaquil, o, más aún, al pie del mar, pero en la costa ecuatoriana. Sin embargo, nada puedo contra esa maldita sensación que me embarga, que me advierte que aún no estoy preparado para volver... (I)