Encaramado en la parte trasera de los vehículos que trasladaron al Papa Francisco por las calles de Ecuador, Bolivia y Paraguay, un espigado hombre calvo de traje negro no dejaba de escudriñar a la multitud.
¿Quién es este misterioso expolicía de espalda ancha, finos anteojos y mirada afilada? Domenico Giani nació en la Toscana en 1962 y desde que asumió como jefe de seguridad y escoltas del Vaticano hace nueve años, su trabajo ha consistido en ser la sombra del Papa.
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Ahora con el pontífice argentino Francisco, este licenciado en pedagogía que terminó siendo policía tiene probablemente uno de sus mayores retos desde que llegó al Vaticano. Formado en el mundo franciscano, casado y con dos hijas, cuidó a Juan Pablo II -entonces no era aún el jefe de seguridad- y luego a Benedicto XVI.
Y es que el Papa sonríe, saluda, bendice y hasta se toma fotos con sus fieles, algo que le encantaba hacer desde que era un simple cura en Buenos Aires.
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Pero esta cercanía a la gente y su hábito de salirse del protocolo obligan a Giani a estar más que alerta.
Viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay
"Durante este viaje el Papa no rompió ningún protocolo", dijo un satisfecho Giani a bordo del avión que llevó de vuelta a Francisco al Vaticano tras su gira sudamericana. "Pero siempre es espontáneo, particularmente con los ancianos y lo pobres. En cada país que visitamos, nosotros nos adaptamos a los deseos del Papa de estar cerca de la gente".
El papa Fancisco saluda en Quito a los fieles. A su lado derecho y muy cerca siempre, Doménico Ginai. (Foto Alfredo Cárdenas)
“Para mí es importante, como comandante del cuerpo de la Gendarmería, pero sobre todo como hombre, como creyente, ver cómo el Papa da testimonio de su fe sin dejar de lado a nadie”, ha dicho Giani en alguna ocasión.
Después de haber sido oficial de la fuerza especial italiana que combate delitos de cuello blanco, Giani llegó en el 2006 al Vaticano para sustituir a Camillo Cibin, que se jubiló tras velar por la seguridad de cinco Papas durante seis décadas.
Ataque a Benedicto
A poco de haber llegado, Giani tuvo el que quizá haya sido su peor día de trabajo. Fue en la Misa de Gallo del 2009 en la basílica de San Pedro, cuando una joven con desequilibrio mental saltó la valla para atacar al Papa Benedicto XVI de 82 años, pero solo pudo aferrarse a su casulla y hacerlo tropezar por la ágil reacción de Giani, que viendo la situación antes que nadie la inmovilizó.
Con Francisco, Giani tuvo que redoblar la seguridad en la residencia de huéspedes Santa Marta donde el Papa decidió vivir.
A Giani no le gusta dejar nada al azar. Meses antes de que el Papa Jorge Bergoglio pisara Sudamérica, ya había estado en Ecuador, Bolivia y Paraguay armando un minucioso dispositivo de seguridad con agentes encubiertos y francotiradores.
"La preparación para los viajes es muy importante. La seguridad para una figura tan importante es un desafío, en particular para alguien que no quiere estar aislado de la gente", dijo Giani.
A pesar de los minuciosos preparativos, a Giani se suele ver regañando al cordón de seguridad papal por dejar pasar a algún avispado fotógrafo o a un feligrés en busca de una bendición. (I)