En apenas una semana de mayo de 1965, hace 50 años, nuestra ciudad perdió a dos ilustres hijos que fueron valores de la ciencia médica: Armando Pareja Coronel, el 22, y Abel Antonio Gilbert Pontón, el 26. Además, estos personajes contribuyeron al desarrollo del país desde las funciones públicas en las que actuaron, sin olvidar los preceptos de servicio que identifican a la profesión que ejercieron con probidad.
Pareja Coronel nació en 1896 y se graduó de doctor en la Universidad de Guayaquil. Fue presidente ejecutivo de la Liga Ecuatoriana Antituberculosa (LEA) y de la Sociedad Médico Quirúrgica. Desplegó una valiosa tarea de investigación y tratamiento de la tuberculosis. También hizo docencia universitaria y laboró como presidente de la Federación Deportiva del Guayas y de la Nacional.
Integró sociedades científicas del país y el exterior; actuó como senador, diputado y gobernador del Guayas. Por su notable actuación y servicios prestados recibió numerosos reconocimientos del Gobierno y de la Municipalidad de Guayaquil, que en 1955 lo designó Mejor Ciudadano.
Gilbert Pontón vino al mundo en 1889. Siguió la carrera de medicina en el alma máter porteña y alcanzó su investidura de médico, galardonado con el premio Contenta; en 1919 fundó la clínica Guayaquil. Hizo cátedra universitaria y fue vicerrector de ese centro superior y rector del colegio Vicente Rocafuerte; fue concejal del cantón, vicepresidente de la Asamblea Constituyente y de la Cámara de Senadores, etcétera.
Desde el directorio de muchas instituciones, Gilbert Pontón prestó invaluable servicio profesional y humanitario a sus compatriotas. En 1964 recibió la Estrella de Octubre, máxima presea de la Municipalidad de Guayaquil.
Un celebrada frase suya que resalta su vocación, dice: “Mis manos no me pertenecen, son del pobre cuando las necesita y del rico cuando las paga”. (I)