Jean-Marie Chauvet notó que el aire silbaba por una grieta en un altiplano en el sur de Francia, y junto con sus compañeros entusiastas de las cuevas se fueron a investigar. Lo que encontraron ese domingo de 1994 sigue llenando su voz de asombro: una inmensa cueva cubierta de pinturas prehistóricas tan vívidas que sintieron que los artistas de la Edad de Piedra acababan de hacerlas.