Por: Margarita Borja

El día que el biólogo y educador ambiental estadounidense Stephen Hopkins encontró la lombriz gigante, había llovido y el sendero que conducía hasta el Parque Nacional Sumaco-Napo-Galeras (situado entre las provincias de Napo y Orellana) se había convertido en un denso pantano.

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“Es uno de los lugares más húmedos del mundo, unos seis metros de lluvia al año”, comenta Hopkins al rememorar esa tarde de septiembre del 2009 cuando la descubrió.

Han pasado casi cinco años y todavía recuerda el agotamiento tras seis horas de caminata con su guía, Marcos, arrastrándose con lodo hasta las rodillas desde la comunidad de Pacto Sumaco hasta el Parque Nacional.

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Fue en el retorno, a punto de llegar al pueblo cuando vieron, junto a un tronco en descomposición, una lombriz de tierra como surgida de la desproporción de la prehistoria.

La lluvia había inundado las galerías subterráneas donde habita y entonces la lombriz se vio obligada a deslizar hasta la superficie su untuosa y anillada epidermis café iridiscente, características propias de los anélidos.

La lombriz de tierra gigante se dejó levantar del suelo y fotografiar. “Mediría al menos un metro y medio y pesaría no mucho menos de un kilo”, recuerda Hopkins, así como también a las otras tres lombrices gigantes que encontraron esa tarde.

Cuando volvió a casa lo primero que hizo fue iniciar una investigación en internet, seguro de hallarse frente a un animal si bien sorprendente, quizá conocido. Pero poco a poco advirtió que el enorme gusano es quizá único en todo el planeta y se encuentra allí, en Pacto Sumaco, en Ecuador.

En el mundo existen solo tres expertos en lombrices gigantes de tierra: en Brasil, Hungría y Estados Unidos. Cuando Hopkins logró contactarlos, recibió como respuesta que si bien se habían hallado lombrices de tierra de ese largo (y más), hasta donde ellos sabían jamás se había visto una especie, de ese largo, tan gruesa.

Reconoció entonces que era urgente empezar una investigación seria y a profundidad sobre este individuo tan peculiar.

A simple vista parece una lombriz de tierra como las que se esconden en los jardines y es muy probable que cumpla su misma función ecológica de descomponer la materia orgánica, airear la tierra y enriquecerla con sus excrementos.

Su función para el equilibrio ambiental también es primordial. Puede comer diariamente hasta un tercio de su peso y por ello se la utiliza para producir humus y enriquecer los suelos.

“Imagina lo que una lombriz de tierra de casi un kilo hace por ese bosque premontano lluvioso”, comenta Hopkins, al tiempo que lamenta la falta de recursos para financiar su estudio, que todavía no termina de arrancar pese a que ya cuenta con permiso gubernamental.

Aparte de sorprenderse por el tamaño del hallazgo, la gente no parecía estar dispuesta a involucrarse en una investigación de esta especie hasta que finalmente dio con alguien que se apersonó del proyecto: el Dr. Renato León, director del Laboratorio de Entomología Médica y Medicina Tropical de la Universidad San Francisco de Quito.

Con solo tres mil dólares ya se podría dar inicio al proyecto de investigación de la lombriz gigante de tierra que incluye un plan de educación ambiental para los moradores de Pacto Sumaco, un paraíso húmedo, salvaje y aislado en las estribaciones de la cordillera Oriental entre Baeza y Tena,

Aun sin recursos, la comunidad ha recogido lombrices, pero no son tan grandes ni pesadas, ni tan gruesas ni ocres como las que Hopkins halló hace cinco años. “¿Sabes cuál es el sonido que hace un animal en extinción? El de la gente diciendo ‘ya no los vemos más’”, lamenta.

De estas galerías subterráneas brotaron un día las lombrices gigantes y hoy se abren al sol cientos de preguntas, así como la urgencia de investigar los secretos de este animal incógnito.

Otros detalles

Reproducción
Se presume que las lombrices gigantes halladas en Pacto Sumaco carecen de clitelo, órgano reproductor, porque todavía no están desarrollados.

Otros ejemplares
En sus nuevas visitas a Sumaco, Hopkins solo ha encontrado lombrices de entre 250 y 330 gramos, de color azul-morado oscuro.