El cine comprometido irrumpió el pasado viernes en la Berlinale con Forest Whitaker en la piel de un preso en libertad condicional converso al islam en el árido Nuevo México, compartiendo jornada con dos duros filmes sobre el conflicto norirlandés y la Alemania de la precariedad social.

Fueron tres formatos de denuncia –la del argelino-francés Rachid Bouchareb, el alemán Edward Berger y el francés Yan Demange– de seres acosados que tratan de hacer las cosas bien en un entorno que les condenó de antemano.

La voie de l’ennemi, título original en francés para un filme que discurre en inglés y español y que es una revisión de Two Men in Town (1973), coloca a un contenido Whitaker contra las cuerdas, recién salido de prisión tras 18 años, por asesinato y tráfico de drogas.