Hechos violentos como sicariatos, femicidios, asaltos con asesinatos, ajusticiamientos..., se cometen a diario en Ecuador; la ciudadanía indefensa pide a las autoridades intervención eficaz urgente.


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Lectores opinan: castigo extremo sería cadena perpetua en un aislamiento total, con trabajos forzados bajo vigilancia militar y la aplicación de la fuerza, si el caso amerita. (O)


Milly de Cueva

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¿Qué debe hacer el Gobierno ante el incremento de muertes violentas y delincuencia en Ecuador? Empezar por la pena eterna de la cadena perpetua y aislamiento total con trabajo fuerte y pesado durante toda la vida del reo hasta su muerte.

Debe ser la cadena perpetua para delincuentes, asesinos, sicarios, ladrones, estafadores, coimadores, diezmeros, violadores, civiles, militares, políticos, viejos, jóvenes. No porque tienen un cargo público, son autoridad o fueron, o porque son padres o familia de autoridades, y por ejemplo violan, no van a ir presos para toda la vida. La cadena perpetua tiene que ser para todas las personas delincuentes corruptas: reyes, ministros, presidentes, exfuncionarios, funcionarios, servidores públicos, policías, militares, ricos, pobres, famosos, desconocidos, etc. (O)

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José Ortoneda

El Gobierno debería implantar la pena de muerte, mas como la vida no se la debe quitar a ningún ser viviente según el quinto mandamiento de la Ley de Dios, lo más apropiado para frenar delitos sería que se decrete la cadena perpetua en el caso de muerte violenta, y que se asigne como jueces a personas de moral intachable, honestas y responsables a carta cabal, para que se garantice justicia en el país. (O)

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José León

El Gobierno no hará nada como todos los anteriores. Las principales ollas repletas de grillos cocinados en la corrupción están en primer lugar en dependencias públicas, estatales. Las noticias revelan casos de Ripley.

Apenas les adornan a los delincuentes, corruptos, los pies con una cadena o grillete, los mandan a acostarse a camas con sábanas de seda en clínicas, celdas especiales de las cárceles; después salen como refugiados políticos a vivir con sus hijos, parejas, a embajadas, o piden a otros militantes de la corrupción que les rebajen las penas, den habeas corpus, los aflojen de las condenas con inmunidad, con libertad por buena conducta, por vomitar sus fechorías y delatar a sus compinches, y por eso quedan perdonados, no devuelven ni un dólar de lo que robaron, no pagan manutención a los niños producto de sus violaciones, no les exigen nada. El colmo, vuelven a los baldes de camionetas, a las caravanas, tarimas, a la demagogia politiquera. Deberían todos esos estar en calabozos sellados, metidos, sin visitas toda la vida. (O)