Este sábado 20 de diciembre el Ministerio de Salud Pública confirmó el primer caso de influenza A (H3N2) variante K en Ecuador. No es momento de generar alarma, pero sí de contar con una sociedad responsable con su bienestar. La vacuna de la influenza no evita el contagio, pero sí permite paliar los síntomas o llegar a una gravedad.

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El Gobierno arrancó este mes una campaña agresiva de vacunación. Es su obligación facilitar el acceso a la dosis y al momento, al menos en Guayaquil, se observan brigadas en centros comerciales y hasta en urbanizaciones y barrios, además de los centros de salud y hospitales.

Falta una campaña informativa que amplíe la difusión sobre los sitios donde la población puede acudir fácilmente.

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Otra deuda es la educación en salud para recordar los cuidados y las pautas de bioseguridad que son las mismas que se popularizaron en la época de la pandemia del COVID-19: lavado frecuente de manos, uso de alcohol e incluso mascarillas. Nada es exagerado cuando se trata de la salud y los compromisos con la vida que en estos casos son compartidos entre los Gobiernos y la sociedad.

El Ministerio de Salud ha informado que mantiene activos los sistemas de vigilancia epidemiológica y el monitoreo permanente de virus respiratorios a nivel nacional. Así debe ser. Es deber permanente del Estado trabajar en prevención y estar preparado para atender los casos que se presenten.

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La Organización Panamericana de la Salud emitió el 12 de diciembre pasado una nota informativa sobre el aumento de la circulación del virus de influenza A (H3N2) subclado K y reiteró el llamado a fortalecer la vigilancia del virus y promover la vacunación, especialmente entre adultos mayores y personas con factores de riesgo. La OPS también instó a tratar oportunamente los casos y a preparar los servicios de salud ante una posible actividad temprana o más intensa de enfermedades respiratorias. Es necesario un país informado por canales oficiales y con transparencia para no causar alarma. (O)