Como si no fuera una tragedia el estallido de un coche bomba en Guayaquil la noche del 14 de octubre y el posterior atentado con explosivos en un puente de la vía Cuenca-Girón-Pasaje, los actores políticos se han embarcado en una irresponsable ola de especulaciones e ‘hipótesis propias’ que en nada aportan a la búsqueda de los responsables de estas acciones criminales.

Las redes sociales otra vez son usadas para difundir ‘hipótesis’ o hacer acusaciones. La Policía Nacional y las Fuerzas Armadas con sus comandos especiales y equipos de inteligencia son los que deben, con responsabilidad y sin poner en riesgo la investigación, dar datos, pero sobre todo capturar a los autores de los atroces atentados.

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El ministro del Interior, John Reimberg, en declaraciones a la prensa ha dicho que “la línea investigativa está por el GDO Los Lobos, quienes serían los autores, y sería en represalia a la destrucción de la minería ilegal que se hizo acá en Buenos Aires”. Lo dice en condicional, una hipótesis oficial porque viene de la cartera a cargo de la Policía Nacional.

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Investigar un atentado de la magnitud del registrado en Guayaquil es una tarea de las instituciones especializadas del Estado: la Policía, la Fiscalía y los cuerpos de inteligencia. Ellos están obligados a actuar con rigor técnico, prudencia y evidencias. Cuando las voces políticas se adelantan a señalar culpables o a insinuar conspiraciones, lo que logran es sembrar desconfianza y poner en riesgo las propias indagaciones.

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Los actores políticos deben entender que el miedo y el dolor no son sentimientos para usar interesadamente. Hacerlo es una falta de ética que la ciudadanía observará y censurará.

El país necesita serenidad, verdad, justicia y control para que los atentados con explosivos se frenen definitivamente y no dejen más angustia en las familias ecuatorianas. Frente al crimen organizado y la violencia la respuesta más válida es la unidad, no la especulación, no el ataque... político. (O)