De un denominado conflicto armado no internacional, que declaró el Gobierno del presidente Daniel Noboa mediante decreto ejecutivo contra múltiples bandas terroristas, ningún ecuatoriano puede mirar a un lado como si estuviese ajeno a la tragedia, que aumenta, porque cada día hay más muertos en las calles de nuestros barrios, más extorsionados en sus negocios, en sus hogares son secuestrados e inclusive han sido emboscados en la región del Putumayo los soldados heroicos del ejército nacional por los insurgentes colombianos Comandos de la Frontera. Además, resulta fácil para algunos darnos a escoger entre la libertad y la seguridad.

Tengo para mí que darnos a escoger entre dos valores que por su esencia son inseparables, es una gran falacia propia de embaucadores engañosos, por eso hace falta tener un umbral ético que marque la conciencia colectiva de la patria.

Reconozco que nuestra vida democrática muchas veces se ha convertido en pura ficción republicana. Sin embargo, comparado con el totalitarismo de otros países, donde los ciudadanos han caído arrastrados por la polarización del poder en la pérdida de todas sus libertades y se debaten entre el odio, la violencia y la codicia, prefiero apoyar al régimen que actualmente nos gobierna.

Por otro lado, la situación de lo que ocurre en el mundo es una realidad muy compleja y cambiante, donde se viola el Derecho Internacional impunemente, pero ello no me impide defender los valores éticos que fundamentan las democracias como la mejor forma posible de gobierno.

Soy optimista en el triunfo de este conflicto armado no internacional, dados los nuevos ascensos a jefes de la Armada y del Ejército del nuevo Ecuador, quienes junto con todos los combatientes del bloque de seguridad recibirán el apoyo de los hombres y mujeres jóvenes de nuestro pueblo. La batalla simultánea está basada en la unión cívica militar, utilizando la inteligencia artificial para combatir la financiación y blanqueo del crimen organizado e impedir nuevas rutas del narcotráfico, para rescatar y rehabilitar a los niños reclutados como sicarios, porque han caído en la servidumbre de la adicción y en los vicios llegados desde Colombia y Venezuela.

Por todo lo anterior, tanto la Asamblea Nacional como la Corte Constitucional deben trabajar con intensidad y

coraje a favor del bien común, pues al decir de nuestro poeta José Joaquín de Olmedo, “quien no espera vencer, ya está vencido”.

La guerra psicológica contra los brujos creativos de la imagen, donde la censura no existe, ni la autoridad, sino el libertinaje, también debemos ganarla.

El umbral ético indispensable para la victoria reside en la valentía y el coraje que ya circula en nuestra propia sangre, bien está la cooperación internacional para conocer no solo la ruta de la droga física y de su destrucción por otros medios, sino que también la cibernética puede ubicar dónde se encuentra el dinero de los corruptos. Los factores reales del poder deben unirse en la América Hispana para lograr una nueva aurora victoriosa. El umbral ético es indispensable para lograr el triunfo. (O)