Te veo con tu carita de risa en la foto de perfil de Twitter. Una imagen muy honesta, el reflejo de lo que creo que eres, un tipo feliz al que le gusta reírse.

Así te vi en la inauguración de un evento en Quito, donde en lugar de promover una reflexión sobre el país y su situación, te pusiste a contar anécdotas y hacer del encuentro una humorada.

Por eso, cuando el país parece que no tiene rumbo, cuando somos una vergüenza internacional con respecto a la vacunación, cuando bajo tus narices hay gente que trata de pescar a río revuelto, cuando necesitamos algo de claridad, o por lo menos escucharte, te vemos comentar la final de MasterChef. Ternurita.

Eso te hace tan parecido a nosotros, tan terrenal, pero no deja de ser una sorpresa que tengas tiempo para hablar de Robertito y su gran despliegue de talento, creíamos que estabas ocupado pensando en nosotros. Pero estabas viendo MasterChef.

Entonces, ya que compartimos algo, me pregunto: ¿Cómo te habría ido si hubieras participado? ¿Quién hubieras sido? ¿Cuál hubiera sido tu estilo? Sabiendo que ya se habían ido Romo y Roldán, ¿quién te ayudaría desde el balcón?

Empezarías con el Reto de Campo, ahí te tocaría cocinarle a un grupo de manifestantes indígenas afuera del Consejo Nacional Electoral. ¡Qué nervios!, tendrías que decidir, ¿les das de sal o de dulce? Como pareciera que te cuesta tomar una posición, harías agridulce, para ver si pasa. El chef Raush te lanzaría su mirada descalificadora. “Es culpa de Pfizer”, tratarías de justificar, pero de nada serviría, te mandarían a ponerte el delantal negro.

Ya en el reto de eliminación, apostarías por algo parecido a las recetas de Carla, con harta verdura, aliños y quinua, lleno de cosas raras para confundir, pero que se vea bonito.

Tendrías que defender tu creación final frente a la chef Caro, lanzarías uno de tus chistes coquetos, para lo que sí tienes gracia, aunque a veces se te pase la mano.

Cuando la chef estrella Michelin te pregunte sobre el nombre de tu plato, responderías con convicción: “Sembramos futuro”, Después de probar, ella comentaría con ironía que la siembra es lo que no se ve, lo que está bajo la tierra y florece, pero que aquí no ha florecido nada. Que ese plato está desordenado, con sabor amargo y desequilibrado.

Al ser eliminado, con una risita nerviosa correrías a esconderte dentro de la Caja Misteriosa, donde pasará otro tiempo sin que sepamos de ti, probablemente hasta que se proyecte la final de Soy el mejor.

No te critico que veas televisión, sin embargo, tu comentario no deja de ser desatinado, mientras faltan tantas respuestas y otros temas por comentar. Mientras vivimos una incertidumbre política y una dura crisis de salud marcada por la inoperancia y la falta de claridad.

Lo que sí ha quedado demostrado es que con MasterChef, todo puede pasar. (O)