El sueño americano seduce a muchos que buscan torcer su destino en suelo ajeno por la esperanza negada en el propio; aunque este decante en pesadilla. Migrar es el verbo de moda. Ecuatorianos pugnan por un pasaporte; “empeñan” sus almas; huyen de la indolencia estatal en busca de trabajo, como dos décadas atrás. Hoy, las causas de la estampida son peores; el viaje más peligroso; la chance laboral en el país escogido, más compleja. La crisis económica –potenciada con la pandemia– aumentó la desigualdad en muchos países. El viacrucis es mayor para los errantes. Inescrupulosos tratan al individuo como objeto rentable; lo extorsionan, secuestran, matan; triste realidad compartida con centroamericanos, haitianos y otros desventurados tras la “tierra prometida”.

El éxito del actual Gobierno en la vacunación, sus propuestas para la recuperación económica, de corregir lo mal hecho por antecesores, encontrarse con la ciudadanía, garantizar seguridad, etcétera, no convencen a muchos ecuatorianos. Quizá porque solo tres de cada diez tienen empleo. Creen no tener más que perder; arriesgan su vida y la de niños y adolescentes. Según Susana Morán, de Plan V, casi 2.000 niñas y niños compatriotas no acompañados llegaron a la frontera de EE. UU. entre octubre del 2020 y mayo del 2021, y hay alrededor de 90.000 conciudadanos –a septiembre de este año– viviendo un calvario, al ser detenidos y expulsados a México por la patrulla norteamericana.

El fenómeno migratorio es complicado a nivel global, agravado por la pandemia. Ni exigencias de visa, masivas deportaciones, cierre de fronteras persuaden a los emigrantes. Aferran su existencia al “suerte o tripa” en manos de coyoteros. Intentan escapar del desempleo, la miseria, la inseguridad y el hambre. Piensan que hay “coyotes” más peligrosos: esos culpables de la corrupción, podredumbre política y decadencia institucional. Más cuando en momentos de desesperación popular afloran otras denuncias de corruptelas y banquetes afrentosos en la Asamblea.

Pese a promesas, la educación no ilusiona a la juventud y muchos buscan otras tierras. La “luna de hiel” entre Ejecutivo y Legislativo impide la gobernabilidad necesaria para superar la inercia. Advertencias de Estados Unidos y Canadá a sus ciudadanos sobre la inseguridad en Ecuador pueden ahuyentar el turismo, la inversión y afectar la ansiada reactivación y la generación de empleos. El “coqueteo” del Gobierno con el FMI y anunciados proyectos de ley y reformas alertan a gremios y organizaciones sociales. En este escenario, ¿cómo se puede reconfigurar el país e inyectarle esperanza en medio de pugna de poderes?; ¿qué estrategias se deben implementar para mover la economía, recuperar el optimismo ciudadano y convencerlos de no exponer sus vidas? Difícil misión del Gobierno con ese nudo gordiano asfixiando un Estado grogui, contagiado de miseria ética, moral e ineptitud que desangran la nación.

Analistas piensan que este panorama empujará al presidente Guillermo Lasso a una consulta popular. O quizá, como los compatriotas por esos trillados caminos, encomendados a Dios, deba hacer lo mismo y decretar “suerte o tripa-muerte cruzada”. (O)