La pregunta que se oye en estos días, luego del resultado de la consulta popular y referéndum 2025 que obliga al Gobierno nacional a hacer un alto y una reflexión, es: ¿qué debe hacer el Gobierno? Esta pregunta no es la correcta. Debemos más bien pensar en qué debe hacer el país.
¿Y por qué es esta la reflexión? Porque en la difícil cultura ecuatoriana, la población cree que los presidentes poseen una varita mágica para resolver todos los problemas. Cree también que el Gobierno es un ente milagroso, y en especial el Ministerio de Finanzas. El pueblo cree que el ministerio posee una gigantesca plantación en la Amazonía, de unos árboles mágicos, que producen billetes. Entonces, a fin de mes, el ministro viaja a esa propiedad, recoge billetes y paga todo lo que se le pida.
Tan grave es esto, que dos expresidentes tienen frases célebres. Osvaldo Hurtado ha dicho que somos malos ciudadanos. Mientras que Lenín Moreno cuando se le preguntó sobre lo “que decía la gente que debíamos tener un mejor presidente” respondió: “yo habría querido tener también un mejor pueblo”.
Se dice hoy, por ejemplo, “que no se puede pedirle a la gente un aumento en las aportaciones al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS)”. La quiebra del sistema de pensiones no es culpa de ningún gobierno. Obedece fundamentalmente a variables demográficas: menos gente nace, menos gente se afilia, hay cada vez menos afiliados en relación con los jubilados. Además la gente vive más años. Esto está pasando en todos los sistemas de reparto de la Tierra, y no puede resolverse sin aumento de aportaciones y aumento de la edad de jubilación. Pero aquí se cree que la solución es ir a la Amazonía, a la famosa plantación que produce billetes y resolver así el problema.
Toca al Gobierno nacional liderar la explicación del tema, pero toca a toda la sociedad, pues esto no es solución solo que venga del Gobierno, acordar el nuevo esquema del fondo de pensiones.
Y así podemos analizar todos los problemas estructurales, cuya solución no depende de cambiar la Constitución, sino de lograr acuerdos en la sociedad.
Por lo tanto, si bien es cierto que debemos esperar la reflexión del Gobierno luego de la consulta, debemos esperar también que la sociedad entienda que tenemos problemas gigantescos y que no pueden esperar que se deben resolver, cómo cambiar la legislación laboral y la política salarial, modificar la estructura de tasas de interés, digitalizar procesos para cortar grasa, reformar el IESS, enfrentar subsidios y el gasto tributario que da exoneraciones y devoluciones que no se deben dar a cierto sectores y personas, y empujar la inversión en el área de hidrocarburos y en la minería. Esto, entre otras cosas, que por espacio no puedo mencionar.
Para ello se necesita la iniciativa del Gobierno para liderar, pero de nada servirá si el resto de la sociedad no hace su parte. Si seguimos sin capacidad de diálogo y si fundamentalmente no entendemos que el despilfarro de muchos años en subsidios, en crecimiento del Estado y en malas inversiones no se podrá resolver sin sacrificios y sin esfuerzo colectivo. (O)