Los titulares de todos los medios del mundo han anunciado que Ecuador estará en el Mundial de Qatar 2022: ‘Ecuador sacó pasaje para Qatar 2022′, ‘Ecuador, el mundialista impensado que fue tras la utopía de Qatar’, ‘Ecuador ya es noticia en Qatar’, entre mis favoritos.

Antes de este acontecimiento, la única razón por la cual Ecuador y Qatar compartían titular era por petróleo y corrupción.

En el mundo del fútbol, la polémica empezó el 2 de diciembre de 2010, cuando la FIFA anunció que Qatar sería la sede del Mundial de Fútbol tras imponerse a Estados Unidos, que era la sede favorita. Por primera vez en la historia se iba a dar un Mundial en un país islámico. “No los defraudaremos”, dijo el jeque Mohammed bin Hamad, presidente del comité de la candidatura qatarí.

Tres años después, France Football reveló las irregularidades de esa elección y los presuntos sobornos alrededor de una sede de Mundial ya bastante cuestionada y forzada: Qatar tiene escasa tradición futbolera, las temperaturas superan los cincuenta grados en verano, obligando a retrasar el Mundial al mes de noviembre y descuadrando el resto de calendarios. Por último, Qatar no es una democracia, lo que se traduce en vulneraciones de derechos de sus ciudadanos.

Según el último informe sobre democracias del Instituto V-Dem, Qatar es una autocracia cerrada y ocupa el puesto 156 en un ranking de libertades compuesto por 179 países. Otro estudio elaborado por Freedom House otorga a Qatar una puntuación de 25 sobre 100 en calidad democrática.

Desde 2016, la designación de Qatar está siendo investigada por “corrupción, asociación de malhechores y tráfico de influencias”. A Mohammed bin Hamman se acusó de desembolsar 3,7 millones de euros a través de 10 testaferros para sobornar a dirigentes de la FIFA y conseguir votos para la elección del país como sede. Hamman era en la época el presidente de la Federación qatarí y también presidente de la Confederación Asiática de fútbol.

Con respecto a la corrupción, en enero de este año se publicó el Índice de percepción de la Corrupción que elabora Transparencia Internacional. Se trata de un índice de corrupción percibida en el sector público, en el cual, en el largo plazo, ha aumentado en los últimos años en Qatar y los problemas alrededor del Mundial no se quedan fuera de esta percepción.

Al final de cuentas, pareciera que este país petrolero ha logrado algo que solo los petrodólares pueden lograr: llevar al máximo acontecimiento futbolístico del mundo al desierto.

En Ecuador la corrupción alrededor del petróleo ha estado a la orden del día. Ya son varios los acusados y sentenciados por casos de corrupción con nuestro petróleo durante el boom de la década pasada. La diferencia, por supuesto, es que en Qatar, esos petrodólares son privados, mientras que acá se trataba de dinero público.

Ahora es el fútbol, pero antes Qatar y Ecuador solo tenían en común el petróleo y la corrupción. ¿Acaso el primero invita a lo segundo? Ya lo he invitado antes a reflexionar sobre esto, señor lector, pero lo vuelvo a hacer con esta nueva consideración mundialista. El petróleo: ¿bendición o maldición? (O)