‘Tres Patines’ amenaza irse de la corte ante un sorprendido juez. “¿Por qué se quiere ir?”, le pregunta. “Porque eres un incompetente, Chico. No haces bien tu trabajo”, respondió rebelado frente a lo “injusto”. El comediante me recuerda esa pugna Gobierno, Corte Constitucional, CNE, Asamblea y otras instituciones acusándose de incompetencia, y entre marchas oficialistas y diatribas cruzadas pretenden combatir la inseguridad y ordenar el caos.

La “incapacidad” aludida por ‘Tres Patines’ es un intento de defender lo indefendible, como en sociedades que normalizan lo incorrecto, donde devolver una billetera, es ser gil; restar onzas en una pesa, ser pilas; mentir, ser astuto. Y así, el culto a lo indebido destruye. Según Albert Camus, el hombre pasa sus días sin discurrir tanto en el sentido de su existir, por cuanto el ritmo exterior cotidiano impone normas de juicio y valor. Eso lo hace vivir angustiado, condicionado por realidades externas en ese discernir entre lo absurdo y lo irracional, empujándolo a lo insólito, enfrentando razón y supervivencia, como ‘Tres Patines’ y su “lógica”. Esto ayuda a entender a ciertos marchantes “sin brújula clara” semanas atrás.

Las marchas estudiantiles y gremiales de antaño exigían mejora laboral, salarios dignos, canasta básica justa. El pueblo demandaba al Gobierno cumplir sus promesas. Hoy se organiza para presionar a jueces constitucionales a realizar interpretaciones exclusivas de la carta magna. Por otra parte, la Corte paga “pecados” pasados donde deslizó la idea de sentenciar sesgadamente. Nuestra democracia va de sufragio en sufragio. Busca soluciones, pero choca con un Estado donde funcionarios trivializan el trabajo joven, subestiman la crisis sanitaria y “disminuyen” la inseguridad en sus mundos imaginarios.

Se precariza educación, empleo, seguridad social. Siguen los shows en la Asamblea; se denuncia diezmos, nepotismos y otras taras que ofrecieron exterminar. ¿Cómo ordenamos este país “trespatinesco”, dividido, intolerante, generador de indolencia social, crisis moral, degradación institucional? Ciudadanos huyen de su amargo presente, mientras los políticos siguen reacios a entender que solo un ¡acuerdo nacional! y la independencia de poderes tienden puentes de entendimiento, fortalecen la democracia y la institucionalidad.

Marchas por el agua con Cuenca de valiente protagonista generan esperanzas; marchas para camuflar recetas del Fondo Monetario Internacional originan resistencias.

No se puede hacer lo mismo y esperar desenlace distinto: recetas neoliberales perjudican a los más vulnerables y desatan la furia popular. Constituyente para reencauzar el país, perfecto; pero a través de medios legales, candidatos idóneos y sin retroceso social.

Impensable suprimir conquistas de los trabajadores y derechos ciudadanos. Los errores garantizan fracasos; miremos a Chile y su intentona constitucional. La historia demuestra que sociedades en crisis se levantan unidas; naciones ricas de instituciones confrontadas se autodestruyen. Ojalá Gobierno, oposición y todos lo entendamos, si no es demasiado tarde. (O)