“Nadien Lee” es el titular de un aviso publicitario desarrollado por Librerías Ghandi de México, que de manera ingeniosa genera, por lo menos, una primera reflexión sobre la lectura.
En Ecuador no son muchas las conversaciones respecto a la lectura. No pareciera ser un tema que esté en la agenda social, tanto es así que casi no hay acceso a estudios o referencias en rankings sobre la lectura en nuestro país.
En la región, Argentina y Chile lideran las estadísticas de lectura en cuanto a libros leídos y Venezuela es el país que más horas dedica a la lectura, si incluimos artículos y notas en internet.
Pero no me voy a centrar en estadísticas, más bien quiero explorar ciertas reflexiones basadas en mi experiencia como docente.
Recuerdo que un año dirigía un trabajo en la universidad, consistente en desarrollar una campaña para promover la lectura en jóvenes. Casi al finalizar, con un resultado aparentemente bien logrado, les preguntamos a los estudiantes si el hacer la campaña había generado que ellos leyeran más. Sin ninguna vergüenza contestaron que no. Que ellos no leían por placer, solo obligados.
Eso significó repensar desde dónde veíamos y qué pretendíamos lograr con la promoción de la lectura, y fue así como desde el año siguiente, el 2012, generamos un programa que continúa hasta hoy: Jaula Abierta, donde nos propusimos bajar a la lectura del altar.
Empezamos a explorar y trabajar con grupos de jóvenes, desde una estructura horizontal, presentando a la lectura como eso que te permitía defender tus creencias y autoeducarte. Luego nos enfocamos en la lectura como un medio y no como un fin, y lo trabajamos con niños de Manabí, víctimas del terremoto, centrándonos en su recuperación emocional. En los siguientes años seguimos enfocados en los menores, participando con distintas comunidades, desarrollando programas para enfrentar problemas como la droga H, entornos hostiles y la autoestima, entre otros. Todo a través de talleres lúdicos de lectura y escritura, todo a través de convertir a esos niños en autores de sus propias historias, de empoderarlos a través de la palabra.
Hemos sido testigos de cómo la lectura es mucho más que desarrollar la imaginación, somos seres lingüísticos y la palabra es lo que nos permite pensar y estructurar un relato sobre nosotros mismos y nuestros entornos, la palabra es la que amplía las oportunidades.
En este contexto, quiero agradecer profundamente a la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, que desde el año 2016 ha invitado a los niños que han participado en estos talleres a presentar sus trabajos, como autores. Experiencia hermosa e inolvidable para cada uno de ellos y para sus familias.
En pocos días se abre una nueva edición de la Feria 2021, y los niños, junto con los estudiantes y docentes que lideran este proyecto, volverán a estar presentes para compartir lo que están aprendiendo. Para encontrarnos y reinventarnos a través de sus historias. Nos vemos ahí. (O)