La reciente Ley Orgánica de Solidaridad Nacional ha creado las denominadas Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) como una herramienta jurídica impulsada como mecanismo de apoyo y fomento a la transparencia que deben observar las instituciones del quehacer deportivo nacional.
Mi primera reflexión es que como construcción humana, el deporte refleja la idiosincrasia y realidad cultural y social de un país; por ello, es el fiel reflejo de la forma en la que se manejan las instituciones locales.
Dicho esto, también vale decir que el deporte se beneficia –o se perjudica– en función de los números estatales, porque resulta lógico que en un país que no tiene fondos para proyectos básicos de salud, educación ni infraestructura, el deporte no sea una prioridad de inversión económica.
Necesitamos una reforma educativa
Me atrevería a afirmar que los pocos clubes profesionales que existen en Ecuador han caído en situaciones financieras desastrosas que son de conocimiento público, justamente por no contar con la transparencia y profesionalismo que el tema requiere, salvo honrosas excepciones.
Con todos estos antecedentes, el gobierno ha decidido impulsar varias reformas legales que buscan reglar las funciones y la interacción en el deporte, a través de las instituciones que hacen parte de esta actividad.
Un primer concepto que resulta acertado es el hecho de que el deporte constituye una “industria” altamente rentable en casi todos los países que han decidido apostar por su impulso.
En el caso de nuestro país, existen algunas disciplinas que bien pudieran ser fuente de ingresos si es que se logra regular la forma en la que se manejan las instituciones que las conducen. Por ello, tomo como ejemplo positivo esta iniciativa que viabiliza la transformación de las organizaciones que manejan los clubes privados en SAD. Sin duda, una interesante figura que ya se aplica en Europa y en algunos países sudamericanos.
Los objetivos de corto y mediano plazo suenan excelentes: profesionalizar y transparentar el manejo económico; atraer inversión extranjera al capital de los clubes; dotar de mecanismos de control adicionales al deporte, involucrando nuevos entes estatales para su fiscalización; dinamizar al deporte como actividad económica; contribuir con el fisco, etc.
Sin duda, buenas intenciones y buenas ideas. Sin embargo, quedan muchas interrogantes a raíz de esta nueva figura, que deja peligrosamente sus definiciones y aplicación, supeditada a normativa secundaria y reglamentaria, que no necesariamente tendrá un proceso minucioso.
El Ecuador se gobierna de raíz
Consideramos indispensable consolidar toda la normativa en un solo cuerpo. Lo contrario, esto es, normativa dispersa en varios cuerpos legales y reglamentarios, generará confusión e inseguridad jurídica, sin duda.
Estamos conscientes de que la situación actual del deporte ecuatoriano requiere cambios significativos. Por ello, resulta indispensable apoyar toda iniciativa que busque fomentar la práctica del deporte, y establecer reglas claras a quienes quieran invertir en las actividades deportivas.
Desde esta columna seguiremos de cerca la evolución de este tema, importante para el deporte, y seguiremos comentando. (O)