Quienes han sostenido que la explosión de la población mundial necesariamente conducirá a graves crisis de la llamada ‘nave tierra’ no contaban con la astucia de los seres humanos para ingeniárselas para adaptarse e innovar. El Premio Nobel de 2018 Paul Romer explicó que si bien los recursos son limitados, las maneras en las que estos pueden ser combinados son infinitas: “Cada generación ha percibido los límites al crecimiento que los recursos finitos y los efectos secundarios no deseados representan si no se descubriesen nuevas recetas o ideas. Y cada generación ha subestimado el potencial de encontrar nuevas recetas e ideas. Consistentemente fallamos en comprender cuántas ideas esperan por ser descubiertas”.

El sistema de precios, si se le permite funcionar libremente, alienta un proceso de constante cambio e innovación. Es precisamente esto lo que está permitiendo grandes mejoras para los seres humanos y el medioambiente. La Curva Ambiental de Kuznets postula que conforme aumenta el crecimiento económico el daño ambiental aumenta, pero solo hasta cierto umbral, después del cual la degradación ambiental se detiene y empiezan a recuperarse los ecosistemas.

El científico ambientalista Jesse H. Ausubel sostiene que una vez que una nación logra un PIB de per cápita de $ 6.200 (en dólares de 2021) la deforestación se detiene y empieza a darse la reforestación.

La tasa de deforestación a nivel mundial llegó a su pico en los ochenta. Desde ese entonces la velocidad con la que los humanos talan, queman, cortan y remplazan bosques con cultivos y ciudades ha disminuido. La tasa de pérdidas de bosques se está desplomando: cayó en el 40 % durante los 2010 frente a aquella de los noventa. Además, aun cuando las áreas forestales han continuado disminuyendo en términos absolutos, la biomasa por unidad de área forestal ha aumentado, casi compensando totalmente la caída de áreas forestadas. Esto último quizás se debe en parte a las impresionantes innovaciones en la agricultura, las cuales han permitido mayores rendimientos en una menor área de tierra. Por ejemplo, en 1930, un acre promedio rendía en EE. UU. 30 fanegas de maíz, hoy esa cifra asciende a 175 fanegas por acre. Todo indica que esto se incrementará marcadamente. Similares incrementos en la productividad de alimentos se están logrando en otros países.

Los avances tecnológicos están logrando que se alimente a una población cada vez más numerosa. Una de las innovaciones importantes para lograr esto fue la invención del hielo y las posteriores tecnologías de refrigeración, otrora un lujo de las clases privilegiadas. Hay industrias enteras que no serían posibles sin la refrigeración, considere nuestros productos estrella: rosas, banano, camarón y pesca.

Claro, muchas soluciones provocarán otros problemas, pero los seres humanos han demostrado ser capaces de adaptarse e innovar a lo largo de la historia para dominar las fuerzas de la naturaleza y sobreponerse a las dificultades. Si bien hay mucho que mejorar en nuestro mundo y si bien el progreso suele ser una línea interrumpida por retrocesos más o menos bruscos –como una pandemia– estamos cada vez mejor y tenemos muy buenas razones para ser optimistas acerca del futuro. Incluso frente a un reto como el cambio climático. (O)