Me interesa, aunque sinceramente estoy lejos de comprenderlas, solamente atisbo algo de lo que leo y veo, las maravillas del universo. Es un abismo de realidades que deslumbran por su grandeza o por su pequeñez y me pregunto cómo llegamos a poder comprender algo de esa magnitud desde esta tierra, polvo cósmico en medio de un universo que no logramos saber cuán grande es. Y en ese polvo, los humanos, que somos millones, pretendemos explicar lo que sucede. Por eso admiro a los científicos, que reconocen que lo que hoy afirman puede cambiar mañana. Y que hay que comprobar y siempre dejarse interrogar por la realidad que supera la más ambiciosa fantasía.

Leía noticias de la BBC sobre la materia oscura y cómo esta presencia que no se sabe qué la compone ni cómo es, cuestiona las certezas que los físicos tienen y tenían de algunas leyes que rigen el Universo. Haciendo uso del telescopio ubicado en Chile, un equipo analizó 100 millones de galaxias. Después de dedicar años a estudiarlas, comprender que se pueden haber equivocado, que la realidad es otra, parece un fracaso, pero se convierte en un desafío. “Se podría pensar que esto es algo malo, que quizá la física sea inservible. Pero para un físico es extremadamente excitante. Quiere decir que podemos averiguar algo nuevo sobre cómo es realmente el universo”.

Uno de los astrónomos cree que pueden avecinarse grandes cambios en nuestra comprensión del cosmos. “Quizá hayamos descubierto algo realmente fundamental sobre el tejido del universo. La teoría actual reposa en unos pilares muy incompletos hechos de arena. Y lo que podemos estar viendo es el colapso de uno de esos pilares”. Cree que saber de qué está hecha la materia oscura en algún momento nos permitirá ‘capturarla’ y utilizarla en nuestra vida diaria.

Frente a este vértigo cuando miramos, opinamos, padecemos e intentamos aportar para cambiar en positivo la realidad nacional, un poco en broma, pero también en serio, creo que falta por lo menos un ministerio. Los científicos aprenden de sus fracasos. ¿Nosotros aprendemos de los enormes fracasos que el país ha tenido en obras monumentales como Coca Codo Sinclair, que está a punto de ser llevado a pique por la erosión de un río? ¿O la refinería inexistente en que se han gastado millones? ¿Hemos aprendido cómo se organiza la corrupción en las compras públicas y sabemos cómo impedirlas? ¿Hemos aprendido que hay instituciones que no sirven para nada y son repeticiones innecesarias y costosas? ¿Estamos conscientes de que el respeto a la diversidad es condición de igualdad, en un país dividido por culturas, historias y regiones diferentes? Hay muchas preguntas más cuyas respuestas evitarían un enorme despilfarro y ayudarían a la gobernabilidad.

Hay que aprender de los científicos, su actitud y su cuestionamiento a lo que creen saber.

Cuando se da una rendición de cuentas, no se informa de los fracasos, qué errores no hay que volver a cometer. Se evade mencionar las equivocaciones.

Por eso necesitamos un ministerio, con un ministro ad honorem (para estar a la moda) de fracasos a evitar. Que vigile y haga seguimiento. Solo si tiene éxito en su misión se reconocerán salarios con efecto retroactivo… Se pueden asumir esos costos con los gastos que se evitaron… (O)