En la vida personal, todos enfrentamos situaciones que requieren soluciones urgentes: relación de pareja que tambalea, empleo que no es el más adecuado, finanzas familiares. O en las empresas: cambiar a altos directivos, modificar radicalmente la estrategia, abandonar ciertos mercados. Decisiones difíciles ante las que vale preguntarse: ¿siempre las enfrentamos de manera directa, “de una…”, incluso cuando sabemos que ese era el camino correcto? Más aún, ¿es siempre lo correcto ir de frente, o una estrategia más pausada “paso a paso” es en ciertos casos lo más sensato? No hay que pedir la perfección sino lo razonable caso por caso.

Lo mismo nos planteamos en el país. El Gobierno (más correctamente “todos”) debe enfrentar decisiones complejas, porque venimos de 15 años (correísmo) que hicieron un mal profundo y porque la pandemia ha causado terribles estragos sobre todo a grupos más vulnerables. Además debemos superar temas que, de cierta manera, son del pasado (como el buen manejo de las finanzas públicas que deberíamos dar por hecho), para enfrentar el futuro en un mundo con nuevos senderos y desafíos: cambio climático, inequidades incluyendo de género, movilidad laboral, redes sociales, nuevas tecnologías (fantásticas y amenazantes), etcétera.

¿Los temas candentes? Continuar el excelente proceso de vacunación. Mantener el ajuste en combustibles y al mismo tiempo focalizar algún subsidio. La reforma hacia un gobierno que gaste menos, más eficiente y más centrado en sus funciones, no un botín político y rentista. Cobrar a los que más tienen para caminar hacia cuentas fiscales equilibradas. Abrirnos al mundo: tratados de integración, con menores costos impositivos (ISD, aranceles). Atraer banca internacional. Reformar a fondo la seguridad social. Mercado laboral más adaptado… Y no solo hacerlo, sino conseguir apoyo político y ciudadano.

La pregunta es entonces: ¿hacer todo esto “de una…” o “paso a paso”? Algunos plantean que el enfoque correcto debe ser: hay que hacer todos los cambios ahora, sin temor a perder capital político (incluso se puede recuperarlo cuando la gente vea resultados positivos), porque luego es muy tarde, ese capital ya no existirá por la propia esencia de las relaciones políticas y de la oposición que se va reagrupando. Hacerlo ahora que el gobierno es nuevo y ha crecido su apoyo por la excelente vacunación. ¿Tienen la razón? Muy probable… pero también debemos mirar el entorno y no la perfección: hay estrategias para cada tema, porque finalmente hay una negociación en el interior de la sociedad (no solo con la Asamblea), y eso implica no solo imponer criterios sino buscar acuerdos. Ejemplo, el paso a paso es lógico en los combustibles, pero no lo es para abrir el país a la banca internacional. Hay que avanzar decididamente en los acuerdos comerciales, pero dejando tiempo de ajuste para ciertas actividades específicas. Se puede reducir paso a paso el déficit fiscal, pero una importante reducción del gasto estatal improductivo debe ser ya. Hay mucho que hacer en materia laboral, algunos aspectos son inmediatos, otros pueden esperar… Lo esencial es el convencimiento, la voluntad de caminar y trazar un plan para que todos sepan a dónde vamos, a ratos “de una…”, a ratos “paso a paso”. (O)