Rememorar momentos en que el calendario señala el 2 de noviembre como el Día de los Difuntos nos prepara para demostrar nuestro cariño a los seres queridos que partieron y decirles que su ausencia ha dejado una marca indeleble en nuestros corazones. Estos recuerdos son pequeñas notas de amor marcadas en nuestras vidas, los llevamos como resplandecientes bálsamos de esperanza y gratitud por siempre.
Al pasar el tiempo, la tristeza cambia por aceptación y respeto por los que partieron al más allá. Comprendemos la sabia reflexión de que todos sabemos que la vida es el andar por diferentes caminos, pero que al final el reencuentro es inevitable.
Día de los Difuntos en Santa Elena
Las formas de rendirles tributo póstumo en su día a los muertos ha quedado marcada en nuestras vidas, son maneras de expresar sentimientos de soledad y cariño.
Existen diferentes costumbres de evocar esta fecha en varios países, ciudades y pueblos. En Ecuador existen costumbres diferentes de acuerdo a las regiones, pero todas tienen el mismo objetivo: recordar al ser que fue parte de nuestras vidas.
Recuerdo en mi tierra natal Vinces, estas celebraciones de antaño por el Día de los Difuntos era una muestra de arte popular para realzar esta fecha, porque en primer lugar todos los caminos y calles de mi pueblo nos llevan al camposanto a visitar a nuestros familiares fallecidos, y las humildes casas que estaban alrededor se llenaban de coronas multicolores hechas de papel, trabajo realizado por toda la familia, esta tradición se hacía junto con los niños, quienes ayudaban a crear diferentes formas de pétalos, hojas, flores, tomando forma de coronas de flores de papel.
En las humildes casas se veían colgando las coronas por dentro y fuera, con el viento y el sol los movimientos las hacían iridiscentes y verlas de lejos era un cuadro maravilloso que expresaba alegría y tristeza, como los girasoles al principio y luego la noche estrellada de los cuadros de Vincent van Gogh.
La colada morada y las guaguas de pan: legado ritual y patrimonio
Actualmente cambiaron las coronas de papel por flores naturales bellísimas; forman ramos, cruces y hasta rosarios, existen en nuestro país hombres y mujeres amantes de este arte, dándonos cuenta de que el dolor y la ausencia en cualquier época se expresan en arte igual que el amor y están en el más bello cuadro de nuestros imborrables recuerdos. (O)
Alicia de Jesús Carriel Salazar, Guayaquil