Con responsabilidad y convicción más que por imposición (en España el voto no es obligatorio), los hispanoamericanos se volcaron el pasado martes cuatro de mayo a votar por lo que consideraron la mejor alternativa para Madrid. Un voto que se ha forjado a partir de la experiencia y el diario vivir dentro de una sociedad abierta europea que mira al futuro no solo con ilusión sino con seguridad.

El voto latino de Madrid fue decisivo para la victoria de la actual presidenta designada de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La fuerza política representada por Díaz Ayuso ganó en el 98% de los municipios. Barrios como Usera, Villaverde, Carabanchel, Parla, Fuenlabrada, Getafe, zonas donde existe una alta densidad de población migrante y considerado bastión del partido político del actual gobierno, esta vez reflejaron la dimensión del electorado a su favor.

Adicionalmente, la candidata del Partido Popular ha levantado palmas en lo que se considera un acertado manejo del tema de la pandemia. En la comunidad de Madrid fueron pocas las restricciones para los comercios y el sector de turismo y hostelería. Competencias y decisiones políticas en el último año que, manteniendo las recomendaciones sanitarias, trataron de no perjudicar a los sectores más vulnerables (pequeños negocios, restaurantes, cuidado de personas); sectores en los que los migrantes se desenvuelven, mayoritariamente.

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El discurso de Díaz Ayuso y una administración anterior considerada exitosa en los 179 municipios que conforman esta Comunidad, caló hondo en el electorado hispano. Y es que –dicen– la presidenta electa representa para ellos la sociedad que aspiran para sus hijos y familias dentro de este país –España–.

Muchos de ellos han venido a España huyendo de regímenes autoritarios, de la delincuencia organizada y común, el desempleo, la inseguridad jurídica y muchos coinciden en que el voto hispano en los comicios del pasado cuatro de mayo en la Comunidad de Madrid fue la respuesta de ecuatorianos, venezolanos, bolivianos, colombianos; que significa –más que un voto a favor para cualquier candidato–, lo que no quieren para sus hijos y familias.

Nuevamente la población migrante hispanoamericana es parte de la historia política, social y económica fuera de sus países de origen. Y como en muchas oportunidades, un sector importantísimo para los gobiernos locales y nacionales. Las oportunidades que aún se les niegan en sus países y se les abren en otros denotan que somos gente de trabajo, de empuje y que lo único que aspiramos es a una mejora en las condiciones de vida. Esperamos que el nuevo gobierno de nuestro país considere esta premisa. (O)

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Andrea Mora Dávila, abogada. Madrid, España