No hay mejor medicina que ser alegre, cuando se pierde el ánimo todo el cuerpo se enferma, de ahí que la risa sea la mejor medicina.

Hay un antiguo poema de Ella Wheeler Wilcox que dice “ríe y el mundo reirá contigo, llora y llorarás solo”.

Charles Chaplin, ese eterno personaje, que hacía reír con solo sus gestos, pasó a la historia con solo invitar a sonreír con él y ver las cosas con optimismo y alegría, se casó a la tercera edad con una joven, bella e inteligente mujer y la invitó a que le enseñe a morir que él le enseñaría a vivir; se encontraron con Albert Einstein, contemporáneos, se admiraban el uno al otro y Chaplin le dijo que era un genio y admirado por todo el mundo por haber descubierto la teoría sobre la relatividad y Einstein le contestó que él era más famoso porque con solo su humor había conquistado a toda la humanidad.

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Hasta en nuestras relaciones diarias nos topamos con amigas y amigos con los cuales hay empatía, química, en cambio hay otros y otras que de por sí son agrios y antipáticos, es como una energía que irradia cada persona, hay lo que se llama carisma, gente que atrae como un imán, son sus gestos, sus expresiones, su comportamiento.

Suelo ir los fines de semana a Guayaquil y hay sitios de comer que lo reciben a uno a cuerpo de rey, se ve la alegría de los empleados cuando llega el cliente, lo llenan de halagos y respeto lo que casi obliga a la propina al salir, en cambio en otros sitios no hay la atención que todo el mundo merece y ustedes los verán casi siempre vacíos o con pocos clientes dispuestos a ver caras amargadas.

Lo clásico es levantarse, despejarse de la pereza, reír y agradecer a Dios por un día más, admirar al sol que no se cansa de alumbrarnos y los pájaros que no se cansan de cantar. No esperes que te saluden, saluda a todo el que se te cruce y verás rostros que te premian con una sonrisa. (O)

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Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro