(...) vacaciones..., nuestro cuerpo y nuestro espíritu -también nuestra alma- las necesitan. Necesitamos el descanso físico y psicológico, y a nuestra alma le conviene un tiempo para respirar, porque el agobio del trabajo resta tiempo a nuestra relación con nosotros mismos y con Dios. Necesitamos momentos de tranquilidad y silencio para reflexionar, para la contemplación serena de la naturaleza y para elevar el alma al Creador. Un buen libro ayuda.

El verano es buen momento para tonificarnos con sol y el aire; para echar atrás las preocupaciones, con la esperanza puesta en Dios, que es amor y no nos abandona en la prueba... Lo que no debemos hacer es dar vueltas a la cabeza, sino tomar aquello que Dios ha puesto a nuestra disposición para conservar y fortalecer nuestro sistema inmunológico: la vitamina D (con los rayos del sol), la vitamina C (abunda en los cítricos) y el zinc (ostras, hígado…). La miel ecológica, el ajo y el jengibre también ayudarán a defender defensas por esos virus malignos cuya naturaleza desconocemos. (O)

Josefa Romo Garlito, Valladolid, España