Ya nos dimos cuenta cuando se nos vendía la globalización, hace unas décadas, de que se escondía una utopía camuflada. Parecida a aquella diáspora hippie de los años sesenta, movimiento considerado rebelde, al ir en contra de la manipulación sistemática del poder establecido. No obstante, los químicos aventajados de la época fueron contratados por los Estados manipuladores para diseñar las suficientes drogas y así mantener a esa masa de pelo largo, descalza y con ropas de colores llamativos en grupúsculos donde imperara el amor libre y escaso compromiso laboral contractual.

Cantarle a la vida

En la actualidad, esa globalización nos ha llevado a la parte contraria del beneficio social que nos pusieron de cebo. No es que no haya sido verdad el mensaje humanitario que nos vendían, sino que los que mandan actualmente son los egocéntricos que anteponen “el absolutismo consentido” como cerrojo para controlar el mundo.

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¿Acaso un mundo global es el sueño de la humanidad? Espero que no. (O)

Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte, Albacete, España