Con la condición de que los transportistas urbanos mejoren el trato a los usuarios y mejoren el estado de las unidades existentes o mejor que adquieran nuevas, nos comprometeríamos a reconocerles 5 centavos más al precio del pasaje de 25 centavos, o sea pagaríamos 30 centavos, y el pasaje de buses eléctricos pagaríamos 35 centavos.

Nosotros los pasajeros sí cumplimos, pero los transportistas defraudaron la confianza ciudadana , al no respetar el pago de medio pasaje que están obligados a aceptar por ley, tanto a estudiantes, personas discapacitadas y de la tercera edad, a las que las dejan en sus recorridos, no las recogen. Al requerir explicación a los choferes de los buses de las diferentes líneas, sobre el porqué no respetan la ley, obtenemos como respuesta que son los dueños de las unidades quienes les descuentan de su ganancia diaria, pues ya tienen contabilizados cuántos pasajeros transportan en sus unidades y el valor que deben reportar. Me pregunto, ¿es moralmente correcto que quienes irrespetan la ley exijan incremento de los pasajes a una población desempleada víctima de la crisis sanitaria, política, social y económica que nos dejaron de herencia quienes gobernaron el país? ¿Por qué solo el pueblo debe asumir las consecuencias, mientras los transportistas chantajean a las autoridades y dejan abandonados a los usuarios a su suerte, paralizando un servicio público cuya acción sanciona la ley? El pueblo es la víctima de un sistema perverso implantado por malos gobernantes. (O)

Gelacio Mora Mora, Guayaquil