Reconozco que no circulo en automóvil con asiduidad por las calles de esta mediana ciudad en la que vivo, pero cuando lo hago me da pánico. En las horas pico (aplicando un corrector estadístico) la comparación en número de sucesos con otras grandes ciudades, vienen a ser parecidos debidos al mal común que padecemos: choques entre vehículos, atropellos (con mayor porcentaje en los pasos de peatones o ‘cebra’), exceso de velocidad, aparcamientos en doble fila, etc. Todo ello viene dado en proporción al despiste descomunal que ambas partes aportan a este desorden circulatorio, causado generalmente por el uso indebido del teléfono al volante, el estrés, la falta de sentido común y el mal uso del tiempo que esta sociedad nos impone para llegar lo antes posible a algún sitio. Salir con esta vorágine impuesta por los malos hábitos no se complementan, se autodestruyen. (O)

Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte, Albacete, España