Presidente, piense en la necesidad del líquido vital que la gente tiene en muchos sectores de la patria, en especial donde están sufriendo ya por años, a pesar de tener empresas de agua y de que les cobran por el viento que sale de las tuberías, como es el caso de Bahía de Caráquez y San Vicente en Manabí y otros sectores de nuestro Ecuador. Pues, el agua es el líquido vital, sobre el cual giran muchísimas actividades y que garantizan la salud y el bienestar de la población.
Además, piense en el costo de la vida que existe actualmente y que se va incrementando cada día más, por motivos diferentes. La única realidad es que todo ha subido su valor y en especial los alimentos de primera necesidad, al que ahora se le sumará la leche.
Señor presidente, piense cómo con un salario mínimo vital vigente pueden sobrevivir las familias ecuatorianas. Si usted como empresario sabe de finanzas, sabrá entonces la odisea que pasa el pueblo para pagar arriendo, alimentos, gastos de movilización, vestimenta, útiles escolares, etc.
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Presidente Noboa, piense que existe carencia de empleos o trabajos, y que el IESS cobra porcentajes a los trabajadores y que ni siquiera les devuelven en atención médica ni dándoles medicamentos como es su obligación.
Piense, si ya se hizo una exhaustiva “limpieza” en las cárceles del país y se sancionaron a los malos elementos, ¿por qué, entonces, se siguen encontrando armas, drogas, etc., dentro de estas? Lo lógico sería buscar otro sistema y que se vigile que cumplan sus deberes, ya sean policías, militares, jueces, etc.
Si tan solo usted, señor presidente, tratara de pensar y solucionar en parte o totalmente estos inconvenientes, los pobladores podríamos sobrevivir un poco mejor y así produciríamos para nuestras familias, nuestras comunidades, para nuestra sociedad y el país todo.
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Sé que el país tiene muchos problemas muy importantes de solucionar en todos los sentidos, pero se le agradecería que en corto plazo los ecuatorianos tengamos agua, un salario más justo, y fuentes de empleos, que nos permita vivir con dignidad. (O)
José E. Ortoneda Sánchez, Bahía de Caráquez