La Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca) de Guayaquil es, desde hace más de siete décadas, un pilar de la salud ecuatoriana. Fundada en 1951 por el doctor Juan Tanca Marengo, su nombre se asocia con diagnóstico, tratamiento y esperanza para miles de pacientes oncológicos. Sin embargo, hoy la institución atraviesa una encrucijada: sus logros históricos se ven amenazados por riesgos financieros, asistenciales y políticos que podrían comprometer su sostenibilidad.
El más grave es el riesgo financiero. La deuda histórica que mantiene el Estado, a través del IESS y el Ministerio de Salud, limita la liquidez, retrasa inversiones en equipos y compromete la atención diaria. A ello se suman los altos costos operativos de medicamentos y tecnología, lo que pone a Solca en una posición vulnerable.
Los riesgos asistenciales no son menores: demoras en diagnóstico y tratamiento, inequidades territoriales para pacientes de provincias y la constante necesidad de renovar equipos de alta complejidad. Estas condiciones impactan en la supervivencia y calidad de vida de quienes luchan contra el cáncer.
Publicidad
En lo administrativo y de gobernanza, las tensiones con el Estado, procesos internos burocráticos y la necesidad de mayor transparencia generan un entorno de fragilidad institucional. Y, en lo social y político, la percepción de que Solca “cierra sus puertas” por falta de recursos erosiona la confianza pública, al tiempo que el aumento de casos de cáncer eleva la presión sobre sus servicios.
La respuesta no está en esperar pasivamente pagos estatales, sino en avanzar hacia una diversificación de ingresos. Programas de prevención financiados por alianzas público-privadas, convenios con aseguradoras y cooperación internacional pueden aliviar la dependencia financiera. Además, acuerdos vinculantes con el Estado son esenciales para garantizar continuidad en la atención.
Solca Guayaquil no es solo una institución médica: es un símbolo de lucha y esperanza en Ecuador. Pero para que ese símbolo no se marchite, se requiere corresponsabilidad. Estado, sector privado, academia y ciudadanía deben sumarse a la tarea de blindar su sostenibilidad.
Publicidad
El cáncer no espera. Y tampoco deberían hacerlo las soluciones que garanticen a Solca los recursos, la gestión y la confianza que necesita para seguir siendo el faro de esperanza que miles de familias requieren. (O)
Jorge Ortiz Merchán, máster en Economía y Políticas Públicas, Durán















