El alfabeto fenicio fue adoptado por los griegos a principios del siglo VIII, antes de Cristo. (“Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin”, Apocalipsis 22:13).

La primera letra del alfabeto griego que se deriva directamente del fenicio es alfa; era usada para denotar el principio de algo.

En los animales, el término alfa fue acuñado por el científico de Estados Unidos, L. David Mech, cuando estudiaba a los lobos, para referirse al individuo en la comunidad con mayor rango a quien los otros siguen. Según el conocimiento adquirido en aquel estudio, tanto el macho como la hembra podían ser alfas, de acuerdo con la especie. Cuando un macho y una hembra cumplen este rol se hablaba de pareja alfa. En los humanos esta expresión se refiere, en ocasiones, a una persona poderosa en una alta posición social... En la cultura oriental, el alfa es asociada a los nacidos en el año del ‘dragón poderoso, leal y protector’, que personifica la naturaleza profunda de su cultura.

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El concepto de alfa ha evolucionado y representa un modelo de conducta ejemplar con autodisciplina, decisión, logro, responsabilidad, conocimiento, cooperación, control de instintos más básicos, protección, beneficencia a la comunidad. Entre los alfa de la historia podemos destacar a Qin Shi Huang, Simón Bolívar, Abraham Lincoln, Amílcar Cabral, Franklin Delano Roosevelt, Margaret Thatcher, Winston Churchill, Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, entre otros, (fallecidos). Necesitamos nuevos alfas en los puestos de dirección para que protejan, guíen, dominen la lucha contra el egoísmo y la corrupción; líderes que generen equidad, desarrollo para todos, con visión a largo plazo; que sobrepasen la brecha natural de su tiempo por sus valores, servicios, legados a la humanidad. (O)

Jorge Geovanny Ortiz Merchán, máster en Economía y Políticas Públicas, Durán