Después de leer el artículo de EL UNIVERSO y las declaraciones del alcalde del cantón Samborondón, cuesta creer que se hable de que en el mismo hay una“visión planificada”. Mientras lo que menos se ve en la actual administración municipal es precisamente planificación.

El discurso del alcalde de este cantón suena más a propaganda que a realidad, porque basta recorrer Samborondón para notar que no ha sido capaz ni de señalizar adecuadamente la única avenida principal, donde cada día reina el desorden.

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El caos vehicular no es producto del azar, sino de una gestión improvisada que prioriza permisos de construcción sin evaluar su impacto real. La proliferación descontrolada de centros comerciales, edificios y nuevos desarrollos refleja más un afán de aprobar proyectos a toda velocidad que una estrategia urbana seria y sostenible.

Mientras el artículo intenta pintar una ciudad modelo, quienes vivimos aquí vemos otra cosa: una ciudad que crece sin orden, sin criterio técnico y sin una infraestructura capaz de sostener ese crecimiento. Llamar a eso “visión planificada” es, como mínimo, cínico.

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Samborondón merece planificación de verdad, no un relato publicitario desconectado de lo que ocurre en sus calles cada día. (O)

Pablo Chiriboga Núñez, Samborondón