El miércoles tuve la oportunidad de entrar al Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil. Me pareció increíble ver basura por doquier tanto en los pasillos, patios, aulas, parques, etc. También se observa severo deterioro de salones de clases, puertas, vidrios rotos, poca iluminación.
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Se nota una indiferencia total, quemeimportismo general. Ciertos alumnos visten como jóvenes rebeldes. En mi época de estudiante vicentino, se veía limpieza y orden en todo el sentido de la palabra, exceptuando cuando iban infiltrados algunos jóvenes extraños a perturbar el orden. Sería muy conveniente que formen equipos que tomen seriamente la limpieza del colegio, hagan mingas o pidan ayuda a Urvaseo (consorcio encargado del servicio de recolección, barrido y transporte de desechos sólidos no peligrosos en Guayaquil). Un colegio en mal estado, sucio, desdice feamente, parecería que no hay autoridad alguna. La ministra de Educación debe ordenar que vayan a recorrer el plantel, los supervisores de zona o designen si es que no los hay. Me pongo a pensar, si así está un colegio fiscal como el Vicente Rocafuerte ¿cómo estarán los demás? Ojalá se recupere la gloria vicentina. (O)
Édgar Vicente Saldaña Alvarado, ingeniero agrónomo, Guayaquil