La pandemia ha sido devastadora a nivel mundial y denota desigualdades e ineficiencias. De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen alrededor de 153 millones de casos confirmados de COVID-19 a nivel mundial, incluyendo 3 millones de personas que han fallecido por esta causa y un total de 1.120 millones de vacunas administradas. En el Ecuador existen 396.888 casos y 19.061 muertes por esta causa (al 7 de mayo de 2021).

En cuanto a personas vacunadas como porcentaje de la población, de acuerdo con las cifras del Our World in Data de la Universidad de Oxford, Reino Unido, Israel lidera el porcentaje con alrededor del 63%, seguido de Reino Unido con 51% y Estados Unidos con 44%. De los países de la región latinoamericana, los de mejor desempeño son Chile con 42%, Uruguay con 34% y Brasil con 14%. Lejos se encuentra el Ecuador con alrededor del 4,7% de la población. En este contexto, de rezago mundial y regional, el panorama nacional es aún más complejo de lo que reflejan las cifras. Si bien el número de vacunados se ha incrementado notablemente en el último mes, que a inicios de abril se ubicaba solamente en 1,5%, la vacunación todavía carece de brújula sin planeación adecuada ni estrategia evidente. Para muestra de aquello se encuentran los vacunados privilegiados, los comunicados abruptos de instituciones públicas que venden humo, la afluencia de personas con citas y sin citas, y la ausencia de control y registro del proceso. En este punto es fundamental que el presidente electo corrija estas ineficiencias priorizando la vacunación a través de una adecuada planificación y organización institucional, incorporando a la sociedad como socio estratégico, utilizando las mejores prácticas internacionales y los aprendizajes del proceso nacional. Solo así terminará la actual vacunación a la bartola. (O)

Jairo Rivera Vásquez, doctor en Políticas Públicas, Quito