Como nación debemos dar lo mejor que podamos a nuestros niños y adolescentes, sin embargo, estamos fallando en este aspecto. Hemos perdido una generación por el consumo de drogas, somos el tercer país en Latinoamérica con los índices más altos de embarazo adolescente, niños son violados en hogares y establecimientos educativos, asesinados brutalmente por delincuentes, sufren violencia intrafamiliar y se está legis-

lando para quitarles la vida en el vientre materno. Hemos eliminado instituciones que los protegían, no desarrollamos políticas públicas en su favor. El interés superior del niño, la doctrina de protección integral y la justicia especializada, parecen ser un simple saludo a la bandera en vez de una realidad.

Todo lo anterior me lleva a reflexionar sobre la tarea pendiente que tenemos con la niñez ecuatoriana. Si un país tiene políticas gubernamentales que ignoran a los niños y adolescentes, entonces está abocado al fracaso social y moral. El primer deber del Estado es con su niñez y por lo tanto debemos trabajar arduamente desde cualquier lugar en el que nos encontremos para construir un país mejor, donde ellos sean la prioridad, donde puedan mejorar su calidad de vida y sigan siendo niños. Pidamos a Dios la fuerza y la vida necesarias para llevar a cabo esta labor. (O)

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Eliana Génesis Mejía Reasco, abogada, Guayaquil