Mi escuela Serli ocupa un lugar especial en mi memoria, ya que fue parte fundamental de mi infancia y formación en la primaria. A pesar de mi discapacidad, la escuela demostró una gran humanidad y me enseñó valores éticos que han guiado mi vida. Hace poco celebramos los 66 años de su creación, y estoy agradecido por ser parte de esta institución pionera en rehabilitación física, que ha servido a la comunidad con autenticidad y sin fines de lucro. Con orgullo, a mis 52 años y con la ayuda de mi pie izquierdo, puedo escribir y reflexionar sobre mi experiencia y el impacto que Serli ha tenido en mi vida. Hoy, me siento honrado de recordar mi tiempo en la escuela y cómo fui parte de la comunidad Serli. Gracias a mis padres y docentes por haberme apoyado en el momento adecuado. En 1980 descubrí Serli por primera vez y mi familia se dio cuenta de que era el lugar perfecto para que yo creciera. En 1981, tomaron la sabia decisión de matricularme allí, lo que resultó ser un punto de inflexión crucial en mi educación. Las maestras de Serli me guiaron con dedicación y autenticidad, abriéndome los ojos a nuevas posibilidades y permitiéndome crecer con confianza. En la década de los 90, tuve la oportunidad de colaborar en la escuela y fue una experiencia enriquecedora que me permitió descubrir mi potencial y superarme. (O)
Jorge Enrique Andrade Rodas, Guayaquil