Nunca imaginé que palabras tan simples y cotidianas pudiesen despertar emociones tan grandes y profundas. Aún recuerdo la primera vez que escuché “Estoy embarazada”. Aunque bien es cierto que la función no había hecho más que empezar, a esas palabras le siguieron otras como: “Pon la mano en mi barriga, eso que sientes son pataditas”. Aunque más emocionante aún fue oír: “Creo que ya viene”. Desde ese día el tiempo deja de correr para alzar el vuelo, y solo mirando como crecen eres consciente del devenir del tiempo.

La importancia de una detección temprana en el desarrollo infantil

Pronto llega una palabra que te hace sentir el ser más afortunado del mundo: “papá”. Piensas que no puede existir nada que te haga sentir mejor, pero un día al llegar del trabajo, salta sobre ti gritando: “¡papá!”. Y cuando crees que no puedes sentir algo más intenso, de repente un día te dice: “¡te quiero, papá! (O)

Damián López López, Córdoba, España