Una carrera de obstáculos ni más ni menos es lo que vivimos, pero es una carrera amañada.

Empezamos la carrera, nuestra madre tiene que correr con suerte para que no falten las consultas médicas, las vitaminas y los controles prenatales; primer obstáculo.

Vamos al segundo obstáculo, estudiar. Si nuestros padres corrieron con la bendición de tener trabajo podemos llegar hasta el colegio y a la universidad si contamos con suerte y la familia nos puede apoyar, y estamos al otro lado, de lo contrario a trabajar y estudiar, ese es otro ‘deporte’.

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Tercer obstáculo: enamorarnos y formar una familia.

Llegamos al cuarto obstáculo, el trabajo. Ahí nos la ponen ‘color de hormiga’. Nos graduamos a los 25 y nos piden 10 años de experiencia. Formamos una familia, resulta que otro requisito es ser soltero sin hijos; si tenemos 46 años y 20 años de experiencia, requieren máximo tener 25 años de edad. Si logramos pasar estos obstáculos somos una eminencia en el deporte de sobrevivir.

Quinto obstáculo, resistir los avatares de la vida (problemas, etc.), ¿lo logramos?

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Sexto obstáculo. Llegan los años dorados y lejos de recibir amor y agradecimiento, nos sentimos solos y cansados, si tenemos suerte lograremos jubilarnos y disfrutar del fruto del trabajo de tantos años.

Séptimo obstáculo, cerrar los ojos. Fin de la carrera, si dejamos huellas, nos recordarán con cariño, los hijos no se sacarán los ojos por la herencia.

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Llegamos al fin de esta dura carrera. Al principio dije que era una carrera amañada, pues algunos tienen ya esos obstáculos con escalón, llegan con palanca y brincan con facilidad de uno a otro, solo en el último todos tenemos las mismas condiciones y es con el que culminamos esta difícil carrera de obstáculos. (O)

Aissa Tatiana Pazmiño Real, técnica en Marketing; Ambato, Tungurahua