Triste fue el fin que le deparó el destino a Gregorio Samsa.

De ser un hombre activo, trabajador, el sostén de sus padres y su hermana (a quien le iba a obsequiar de regalo

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los estudios completos en la sinfónica para especializarse en el violín) a terminar transformado en un gigantesco insecto. Antes admirado, querido y necesitado, a inspirar primeramente asco, temor y miedo, y luego coraje, fastidio y vergüenza.

Su muerte (que hasta la fecha cuando la recuerdo hace que lluevan mis ojos) fue tomada como liberación, alivio y una “vuelta a la normalidad” de la familia.

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Muchas interpretaciones se pueden dar a esa “transformación en insecto”: accidente, invalidez o vejez.

Les recomiendo leer esta obra de Franz Kafka que empieza fantástica y termina fascinando al lector. (O)

David Ernesto Ricaurte Vélez, ingeniero mecánico, Daule