Para asegurar la inclusión de niños y niñas con capacidades especiales, el ministerio encargado de la educación debe priorizar una formación docente continua, especializada y territorialmente contextualizada. Esta capacitación debe diferenciarse según el rol del profesional educativo: docentes de aula, docentes de apoyo a la inclusión y equipos del DECE, cada uno con necesidades formativas particulares. Es indispensable que el personal conozca y aplique estrategias de adaptación curricular, manejo conductual positivo, comunicación aumentativa y uso de recursos tecnológicos inclusivos. Además, se debe promover un enfoque biopsicosocial y de derechos humanos, que reconozca la diversidad como valor y garantice condiciones de aprendizaje dignas y equitativas para todos. La capacitación debe articularse con las leyes nacionales (Ley Orgánica de Educación Intercultural, LOEI, y la Ley Orgánica de Discapacidades) y tratados internacionales, asegurando una práctica docente ética y legalmente fundamentada. Finalmente, es urgente reforzar el acompañamiento técnico, la detección oportuna de barreras y la vinculación con familias y profesionales externos. (O)

Víctor Santiana M., magíster en Educación Inclusiva, Guayaquil