¡Cómo se ocurrió trasladar los festejos de las conmemoraciones cívicas a fechas que no son sus aniversarios! La verdad es que no importa encontrar a los culpables, pero lo cierto es que se le hizo un irreparable daño al patriotismo, al civismo, a la identidad nacional.

Es deprimente que la batalla más gloriosa de la historia nacional, el 24 de mayo de 1822, se conmemore el 23, 25 o cualquier día de mayo según registre el calendario de los feriados, y no el 24 como debe ser. Duele que el 9 de octubre de 1820, fecha señera de Guayaquil y de territorios aledaños, por no decir de todo el Ecuador para no ‘herir susceptibilidades’, se recuerde el 10, el 11, el 12 de ese mes. Así se ha perdido la memoria cívica, pues ¿qué podemos recordar o celebrar del 10 de agosto, el 9 de octubre, el 24 de mayo, si 9, 11, 10, 25, no son los días cuando se registraron el Primer Grito de Independencia, brilló la Aurora Gloriosa y se dio la batalla del Pichincha? Porque no sé si han escuchado o presenciado en las escuelas los colegios, las universidades, las instituciones públicas y privadas, que ya no se celebra con fervor, no se comenta con unción, no se hacen encendidos discursos cívicos, eventos, recordando las fechas claves de nuestra nacionalidad.

La gente ahora espera esos feriados que suplantan la recordación y celebración de las efemérides para viajar a los destinos turísticos, organizar jolgorios en casas y barriadas o, simplemente, disfrutar del ocio de esos días perdidos sin trabajar. Y la patria, la historia, el civismo y la recordación de las fechas que forjaron nuestra identidad como país, el que ahora se cae a pedazos, no tienen ninguna importancia; más la tienen los ‘utilitarios feriados’ que tampoco sirven para nada. Días de opción para descanso y esparcimiento, también para pretexto de ocio negativo a la situación económica del país y muerte del civismo. (O)

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José Teófilo Villón Barros, Guayaquil