Hace algunos días, los moradores de la vía a la costa realizaron un plantón tras la trágica muerte de un anciano que intentaba cruzar la carretera. No es la primera vez que ocurre una fatalidad en este sector, y lamentablemente, mientras no haya una intervención más integral, no será la última. Podría decirse incluso que ese plantón fue, en cierto sentido, un acto de gratitud a la providencia que cada día evita que ocurran muchas más tragedias.
Los peajes en nuestras carreteras
Entre el kilómetro 8 y el 17 existen apenas dos pasos peatonales elevados: uno frente a Puerto Azul y otro frente a Puerto Hondo. Están separados por nueve kilómetros, una distancia que obliga a muchas personas a cruzar la vía por tramos peligrosos, con riesgo constante de ser atropelladas.
Dos nuevos pasos peatonales están por inaugurarse, frente a Portal al Sol y Mi Comisariato. Aunque representan un avance, no contarán con rampas de acceso. En su lugar se instalarán elevadores, lo que si bien puede beneficiar a personas con discapacidad también genera limitaciones: los peatones deberán esperar a que el elevador esté disponible –y operativo–, y los ciclistas no podrán utilizarlos, por lo que seguirán cruzando entre vehículos, con el peligro que eso implica.
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A este escenario se suma el creciente flujo de camiones que circulan a alta velocidad hacia y desde el puerto de Posorja. Además, la ciclovía ha sido invadida por motocicletas de repartidores que la utilizan como vía rápida, poniendo en riesgo tanto a ciclistas como a peatones.
Llama la atención que, pese a la considerable inversión en estos pasos peatonales, se haya destinado muy poco a un elemento básico: las aceras. En el lado norte de la vía apenas se han construido unos pocos metros junto a los puentes, mientras que el resto del tramo sigue siendo un borde irregular por donde los peatones caminan expuestos, con la esperanza de no ser embestidos.
La ciudad que no frena: víctimas de un tránsito implacable
Todo esto ocurre en un tramo de vía que, por densidad poblacional, urbanizaciones y actividad comercial, ya debería ser considerado como una vía urbana. Y si bien es justo felicitar al Municipio por la construcción de los pasos peatonales, también es necesario reconocer que no son suficientes. Una solución integral debe incluir la implementación de semáforos peatonales que permitan cruzar en superficie de forma segura, especialmente en zonas donde no hay pasos elevados cerca o donde el uso de los elevadores no sea práctico.
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Más que estructuras, lo que se necesita es planificación humana, integral y sensible. Porque cuando falta esa visión, la infraestructura no protege: se convierte en parte del problema. (O)
Arnoldo Alencastro, ingeniero civil, Guayaquil