Las luchas por la independencia en América Latina fueron el resultado de un proceso histórico muy bien imaginado para que eso ocurra en el siglo XVIII, periodo auténtico que perseguía el gran esplendor de Europa renacentista. Destacando la presencia de una pléyade de filósofos, economistas, críticos y reformadores político-sociales que demostraron el ansia del saber, el deseo de justicia y el amor al prójimo, junto con la glorificación de la libertad. Se escenificó el modelo en las grandes revoluciones democráticas y autonomistas de Estados Unidos y la Revolución francesa.
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Los resultados de las nuevas ideas en América: la consagración y acción de escritores españoles que divulgaron entusiastamente traducidas al español diferentes obras y escritos. Las nuevas ideas despertaron la vida intelectual latinoamericana, estimularon el sentimiento rebelde, pues sustentaban los principios de libertad, igualdad y de soberanía popular.
Las nuevas ideas despertaron la vida intelectual latinoamericana...
Es necesario recordar, entonces, el resultado de las primeras doctrinas de libertad desde 1544 en los territorios del actual Ecuador, como la revolución del 10 agosto de 1809, las ideas constitucionales en 1812, la independencia de Guayaquil en 1820, la campaña militar al mando de Antonio José de Sucre en 1822, que facilitó la independencia de Quito. Este proceso independentista se inicia con la revolución del 10 de agosto de 1809; este acontecimiento patriótico no trajo la libertad.
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En el argumento general del proceso independentista de Quito existen dos momentos gloriosos e históricos bien marcados. El primero que empieza con la revolución de Quito del 10 de agosto de 1809 y culmina con la disolución de la segunda Junta Suprema de 1812; y el segundo que parte con la independencia de Guayaquil, el 9 de octubre de 1820, hasta la batalla de Ibarra, el 17 de julio de 1823. (O)
Nelson Humberto Salazar Ojeda, Quito
