Desde hace varios años vengo escribiendo respecto a la Navidad, acontecimiento que celebramos con júbilo el nacimiento de Jesús en la ciudad de Belén el 25 de diciembre, de acuerdo con el calendario histórico cristiano.
Sin duda, estimo que una gran mayoría guardamos en nuestro inconsciente gratos recuerdos de este singular suceso, desde nuestras diferentes etapas de la vida, pero debo decirlo con preocupación y nostalgia que el verdadero significado y la misión de la Navidad junto con su encanto y esplendor, se han ido perdiendo con el pasar de los tiempos.
El materialismo, la agresiva tecnología con el uso de los celulares que han absorbido la atención y los sentidos de la gente, la inmigración que ha ocasionado la separación de las familias por la falta de oportunidades, la ambición por el poder y el dinero de políticos sin escrúpulos, así como la inteligencia artificial creada por un grupo de superdotados que pretenden dominar el mundo reemplazando el cerebro humano, sus sentimientos y emociones con las máquinas y los robots, son las causas de la insensibilidad y el deterioro de los principios y tradiciones como es la celebración de la natividad de Jesús, rey de reyes.
Publicidad
La Navidad es tiempo de paz y fraternidad, es una fecha inolvidable y diferente, es equivalente al amor, entrega, justicia, libertad y perdón.
La Navidad nos sirve para superar y sanar diferencias y resentimientos con nuestros familiares y amigos, es propicia la ocasión para reconocer y enmendar nuestros errores, así como también para renovar las aspiraciones por la salud y el bienestar personal y el de nuestros congéneres.
Navidad, publicidad y consumismo
Esta época por ser una de las fechas más emocionales y espirituales, las metrópolis se visten de luces y colores, no cesa la algarabía y la sonrisa a flor de piel de la ciudadanía.
Publicidad
Se nota abrumadoramente el intercambio de las familias por viajar y compartir a nivel nacional e internacional para pasar juntos esta festividad y en un solo abrazo afianzar el amor y la felicidad.
Constituye la demostración ferviente del afecto, la percepción y la solidaridad con el prójimo. La noche buena nos sirve también para sanar las rencillas, egoísmos y malos entendidos.
Publicidad
Recordemos una vez más que el protagonista de todas estas impresiones y enseñanzas es Jesús de Nazaret, quien vino a redimir a la humanidad del pecado, habiendo ofrendado su vida en la cruz por nuestra salvación.
Me es propicia la ocasión para desear a todos los ecuatorianos una feliz Navidad y un venturoso año 2025. De manera especial mis afectuosos saludos para los directivos y colaboradores del prestigioso Diario EL UNIVERSO, que nos permiten con su generosidad llegar con nuestras comunicaciones a la colectividad. ¡Que Dios bendiga y proteja al Ecuador! (O)
José Franco Castillo Celi, psicólogo y médico naturista, Guayaquil