A la mesa le falta una pata y hay que repararla. El diésel mueve a la transportación pesada y esta hace que la producción nacional llegue a los mercados de consumo. El transportista pesado, chofer o dueño, adquiere bienestar, tiene trabajo fijo y quiere y le interesa un diésel subsidiado. Además, está convertido en intermediario de la producción, compra y revende. Los productos que se transportan son perecibles por su naturaleza, son productos orgánicos. Parte de los transportistas son parte de comunidades indígenas.
El ferrocarril, el diésel y la gestión alimentaria
En otro ámbito de la noticia, la prensa nos informa que están abiertas investigaciones previas por enriquecimiento privado no justificado en contra de 61 personas, entre quienes está el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), dirigentes y más, es importantísimo agotar este tema para conocer a cabalidad si tal enriquecimiento se origina en la explotación de los indígenas, esos que precisamente no forman parte de la dirigencia. Hasta aquí tenemos trabajadores del volante y otros que se enriquecen, bien o mal, pronto lo sabremos. ¿Qué tenemos para los agricultores y ganaderos de la Sierra?, la pregunta nos hace recordar la protesta permanente de la clase indígena que reclama por ser el grupo humano más pobre del Ecuador, pese a ser un amplio conjunto de trabajadores que le garantizan al país la alimentación. De ser así las cosas, dichos productores no cuentan con transportación propia y están sujetos a vender su producción a intermediarios.
Considero que la rehabilitación del sistema ferroviario es un mecanismo liberador de la clase indígena. Hay que desterrar el temor de revivir las glorias indiscutibles de la revolución liberal. Por tales motivos he recurrido al Gobierno actual presidido por un ciudadano de formación progresista que escuche el pedido, que a la vez es un clamor nacional. Mil beneficios traerá la rehabilitación del sistema ferroviario. Desde mi análisis, el punto de discordia entre la clase indígena y los gobiernos, se acabará el día que se rehabilite el sistema ferroviario y este sirva fundamentalmente para la agricultura, lo que será una obra redentora. La rehabilitación del ferrocarril podría liberar a las comunidades indígenas de su pésima dirigencia.
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Mientras no se tome en consideración soluciones como esta, Ecuador tendrá que vivir protestas cada vez que desee dar pasos importantes en materia económica. (O)
Rafael Mendoza Avilés, abogado, Guayaquil