Mucho se habla, especialmente en época electoral, sobre la justicia social y cómo en el Ecuador la necesitamos, sin embargo, poco se precisa de la naturaleza de este concepto.
La justicia social se nos ha vendido como un principio para lograr prosperidad y armonía social, como una fórmula para establecer la justicia en todos los niveles de la sociedad, algunos dicen que es un mecanismo para la instauración de la igualdad y de esa manera terminar con toda inequidad.
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Cierto es que la justicia social nos ha sido ofrecida de tantas maneras, que su significado pierde sentido, pero no deja de ser una abstracción que al ecuatoriano le causa esperanza cuando la escucha, como si de un mantra sagrado se tratara.
Si bien se tiene la idea de que la justicia social es un elemento para reparar las problemáticas sociales del país, entonces cabe primero reconocer los males de los que sufre nuestra nación para de esa forma implementar la justicia a nivel social.
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Ecuador vive una crisis palpable a nivel económico y de seguridad, también quizás de forma menos evidente es la decadencia institucional, la cual se traduce en no tener leyes que busquen la prosperidad de los ciudadanos y que no protegen sus derechos fundamentales, tales como vida, propiedad y libertad, de igual manera es de sentir general que los gobernantes no trabajan representando al pueblo que los eligió.
Todo este conjunto de fallos proviene de años de corrupción alimentados de un paternalismo estatal enfermizo y la poca participación del ciudadano en la vida política.
Debemos reconocer que los problemas de nuestro país están correlacionados, que cuando pensamos que debemos darles amplios poderes a los gobernantes es cuando se corrompen fácilmente y que esta corrupción repercute en lo económico y lo social.
Nuestro sistema político ha convertido al Ecuador en un país infértil para el trabajo lo cual genera miseria y esta provoca que ciudadanos desesperados caigan en tentáculos de organizaciones criminales.
El país necesita una justicia social que combata los problemas de raíz, debemos entender por justicia social un sistema que protege a los individuos, que busque seguridad y permita la generación de empleos y riqueza para combatir la pobreza. Tener presente que la riqueza no se distribuye, sino que se debe crear para que cada ciudadano con su trabajo la genere y pueda por sus medios lograr niveles dignos de vida. (O)
Carlos E. Vallarino Herrera, abogado, Salinas