Recientemente se realizó de manera presencial el juramento a la bandera en las instituciones educativas y he podido observar tres momentos fundamentales decidores: 1.- Sincronía, hubo horas previas de ensayos para que todo salga sincronizadamente, agradable a la vista, sea bello; eso deberíamos procurar a nivel comunitario. 2.- Juramento, implica lealtad; siempre me he cuestionado por qué tenemos que hacer un juramento a la bandera poniéndonos de rodillas, entiendo que es porque desde que juramos tenemos una palabra ante la patria; hagamos votos para que esos que juraron la bandera, honren su palabra. 3.- Cobijada, ‘es un ritual en una época de pérdida de rituales’, como postula el filósofo surcoreano Byung Chul–Han; es un ritual, como pocos en el que todos los ecuatorianos participamos sin importar el credo, por lo mismo, cada uno debe cuestionarse ¿qué bandera cobijo, qué principios y valores me acuerpan?, ¿cómo defender a la patria que está tan vejada, que el pacto social y educativo están rotos? Que el juramento a la bandera no haya quedado en ritualismo banal y superfluo, sino que manifieste nuestro talante; pongamos en la cima de la patria la bandera, nuestro norte, nuestra guía, nuestra brújula, nuestro faro orientador. (O)

Cristhiam Carpio Castro, máster en Ciencias de la Educación, Daule