He leído con interés su editorial publicado el 29 de junio sobre la inversión en prevenir las adicciones en nuestro país. Coincido en que es loable que el Estado dedique presupuesto al área de la salud mental, especialmente si consideramos que, según el Atlas de salud mental de las Américas 2020 de la Organización Panamericana de la Salud, en la región se destina a la salud mental una mediana del 3 % del gasto público total en salud.

Sin embargo, más allá del incremento presupuestario, es imprescindible que estos recursos se inviertan en programas con respaldo científico y evidencia sólida. No se trata únicamente de incorporar más psicólogos o psiquiatras a los centros de salud ni de crear iniciativas improvisadas de prevención del consumo de sustancias. No hay que inventar la rueda cuando ya existe una que funciona.

Educar en la era digital

Me refiero al programa Planet Youth, creado hace más de dos décadas en Islandia, que ha sido replicado con éxito en 19 países, incluidos países de la región como México, Chile y Argentina. Esta estrategia de prevención comunitaria, basada en datos y en un enfoque estructurado, ayudó a que Islandia pasara de tener una de las tasas de consumo juvenil más altas de Europa a los niveles más bajos. Planet Youth acompaña a las comunidades a crear entornos más saludables para sus jóvenes, centrándose en factores protectores y en la corresponsabilidad social.

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Durante mi ejercicio profesional como psiquiatra en el Ministerio de Salud Pública, tuve la oportunidad de poner en conocimiento de las autoridades competentes la existencia de este programa. Fue evidente la falta de estructura y la fragilidad de los esfuerzos de prevención vigentes en el país.

Lección de educación sexual

Por ello, invito al nuevo ministro de Salud a que valore la incorporación de programas basados en evidencia científica y probada eficacia. Es la manera más responsable y eficiente de utilizar los recursos públicos y de ofrecer soluciones reales a una problemática que afecta a miles de familias ecuatorianas.

Los ecuatorianos no merecemos menos. (O)

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Andrés Román Jarrín, médico especialista en psiquiatría, Samborondón