Cientos de ocasiones he escuchado la frase del título de este escrito y siempre me pareció inoficiosa, pero debido a las actuales circunstancias se me hace imprescindible hacerla notar y hasta colocarla como titular.
Esta expresión brota del pensamiento de personas que observan que alguien en quien confiaron, o de la cual esperaron que les otorguen algún beneficio, salga con diferentes ideas, manifestando palabras, o acciones, que no corresponden a la pretendida finalidad que el peticionario pretendía.
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Ecuador bajo el mito democrático: raíces quebradas y rituales vacíos
Nuestra ilustrada sociedad se encuentra polarizada debido al momento político que se está viviendo. A fin de aclarar conceptos de manera diáfana, existen dos polos: norte y sur, opuestos geográficamente. Idiomáticamente, la polarización se define como “un proceso en el cual en un conjunto se establecen características que determinan la aparición en él de dos o más zonas o polos que se consideran opuestos”. Hasta aquí el asunto semántico. Retorno a la expresión del título ‘Ingrata tarea’. Efectivamente, esta tarea está en franco desarrollo aun sabiéndose que el Ecuador es monolíticamente unido, un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Buscan las mil y una maneras y formas de moldear al Ecuador, de polarizarlo por la política.
No, señores, el derecho de elegir es voluntad soberana del pueblo, es democracia pura, es lo que permite que existan países libres.
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El pueblo ecuatoriano no debe permitir que por una contienda electoral sea conducido al despeñadero, cual ciego que está confundido en un lugar desconocido. La absurda creencia de que al odiar a tal o cual personaje le causan un daño directo es un craso error, en la mayoría de los casos, por no decir en todos, estas incongruencias pasan facturas a terceros. Jamás las personas sensatas deben odiar, porque se autoflagela el alma y se le apodera un inmenso daño material y mental, daño realizado por medio de la inquina, de echar sal a las heridas, de raspar la roncha para causar urticaria o hasta hacerla sangrar. (O)
César Antonio Jijón Sánchez, técnico de mantenimiento, Daule